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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
8
Drama. Bélico Segunda Guerra Mundial. Estando Roma ocupada por los nazis, la temible Gestapo trata de arrestar al ingeniero Manfredi (Marcello Pagliero), un comunista que es el líder del Comité Nacional de Liberación. Pero en la redada Manfredi consigue escapar y pide ayuda a Francesco, un camarada tipógrafo que en unos días se casará con su novia Pina (Anna Magnani), una viuda con un niño. Además el cura de la parroquia, Don Pietro (Aldo Fabrizi), ... [+]
17 de agosto de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra memorable que es una de las más importantes de la historia del cine europeo, porque marca el comienzo del denominado neorrealismo italiano, que con todo mi respeto a otros movimientos importantes como la nouvelle vague francesa o el free cinema británico, tiene un componente altamente emotivo que lo hace especial.

Tenemos que situarnos históricamente a mediados de la década de los 40, recién finalizada la II Guerra Mundial en una Italia devastada que tiene que comenzar a reconstruirse, y cuyos cineastas, haciendo de la necesidad virtud, utilizan las precarias condiciones técnicas y humanas para retratar ese panorama socialmente pesimista bajo una mirada áspera exenta de artificios. Intentan alejarse del estilo predominante hasta la fecha en la filmografía del país, en el que resaltaban las grandes epopeyas y las adaptaciones de grandes clásicos de la literatura. Ahora prefieren echarse a la calle a filmar historias de personas comunes, para que el pueblo se vea identificado en ellas y que queden como testimonio, dar prioridad a los problemas del pueblo antes que hacer metáforas con las tragedias de emperadores y reyes.

En ese sentido, “Roma, ciudad abierta” es la primera gran obra de este movimiento, la que le da fama y abre la veda para que vengan otras detrás, de la mano de De Sica o Visconti. Pero es mucho más que una película representativa de un estilo, es una obra inolvidable, que se ajusta perfectamente a esa expresión a veces demasiado usada de que “deja huella”, pero es que realmente perdura en nuestra memoria para toda la vida.
Es la historia de una serie de personajes, de caracteres y estatus sociales distintos, pero que están hermanados por la ocupación y represión nazi en Italia, y que coinciden en un momento determinado en un lugar concreto, quedando sus destinos unidos por las circunstancias adversas. Todo se muestra desde un punto de vista sencillo, sin grandilocuencia, acercándonos a la vida de los protagonistas con intimidad y confianza. Somos en muchos momentos un vecino más de ese bloque de edificios que se asusta ante la llegada de un camión lleno de soldados, que desconfía de los desconocidos que se cruzan por la escalera, o que duermen apretujados en cualquier rincón de la casa.

Rossellini escribió el guión en colaboración con Fellini y Amidei, salieron a la calle a tomar ideas y escuchar las historias de la gente, y crearon unos personajes de carne y hueso que consiguen la admiración y el cariño del espectador sin necesidad de mostrarse simpáticos o heroicos. Incluso hay cabida para el humor, porque los niños suelen permanecer ajenos al peligro y viven su vida como una aventura, pero nos duele pensar que está basada en hechos reales, y real como la vida misma resulta que ni siquiera nos deje una moraleja que alivie nuestras almas maltrechas después de acompañar, vivir y sufrir con estos habitantes de una Roma derruida pero orgullosa.

Hay muchos motivos para ver esta película, y siendo el legado artístico uno de los más importantes, también lo es el derroche de humanidad y sentimientos que desprende, les aseguro que alguno de los personajes que conocerán se quedará en sus recuerdos para siempre: la temperamental madre del niño (fabulosa Anna Magnani) que dice las cosas claras y no se engaña con ilusiones que no están a su alcance, el ingeniero Manfredi que personifica la resistencia frente a los invasores, el cruel interrogador de las SS alemanas, o sobre todo el Padre Pietro, hombre de Dios pero sobre todo de las personas que le rodean, a las que ayuda y protege dentro de lo que puede. Y no pocos momentos memorables que forman parte ya del imaginario colectivo, Anna Magnani corriendo tras el camión que se lleva a su amado, la última imagen del Padre Pietro, o la demoledora reflexión del oficial alemán embriagado por el alcohol y los remordimientos.

Una obra maravillosa, de las que tocan la fibra sensible, de las que te dejan pensativo mucho tiempo después de haberla visto, y por un lado te hace renegar de la humanidad y su insensible capacidad para destruir, pero a la misma vez te llena de esperanza ante los que luchan reclamando su derecho a vivir aún estando en clara inferioridad ante el tirano. Un canto a la vida que utiliza la muerte para llenarnos de esperanza.

Si no la han visto, no se la pierdan. Descubrirán atónitos cómo puede surgir poesía de los escombros.
Orson_
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