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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
8
Drama Un samurái pide permiso para practicarse el Seppuku (o Harakiri), ceremonia durante la cual se quitará la vida abriéndose el estómago al tiempo que otro samurái lo decapitará. Solicita también poder contar la historia que le ha llevado a tomar tan trágica decisión. (FILMAFFINITY)
18 de agosto de 2018
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Por esas casualidades de la vida, me vi en corto espacio de tiempo dos películas japonesas sobre samuráis, ésta “Harakiri” y “El ocaso del samurai”, y es increíble la cantidad de coincidencias que tienen ambas: historias de samuráis hundidos en la pobreza, desplazados de su terreno habitual, lejanos ya los tiempos gloriosos de los clanes, encadenados vitalmente a unos códigos de obediencia hacia sus superiores desproporcionados y desfasados, y con la virtud cinematográfica de ser capaces de mostrarnos personajes sumidos en la miseria que brillan por sus profundas creencias personales sobre el honor y la integridad del individuo. Los personajes se muestran tan humanos que es imposible no acabar padeciendo con ellos.

Realmente la historia de “Harakiri” es bien sencilla e incluso se podría contar en apenas 10 minutos, sería una de esas historias cortas que se usan de modo ejemplarizante para utilizar finalmente su moraleja, pero Kobayashi utiliza un tono pausado y reflexivo, rico en matices, lleno de gestos, con intercambios de diálogos sin tomar ningún atajo, que va calando en el espectador. Es una película eminentemente de palabras, diálogos sólidos y profundos que apenas dejan hueco a las imágenes de los recuerdos narrados por el protagonista. Y lo que más sorprende, es que todo resulta ser una crítica feroz al sistema de clanes y al código obsoleto del samurai en tiempo de paz, basado en una servidumbre absoluta hacia su señor, que lo convierte en un títere que es manejado muchas veces de forma incongruente. Tras las ropas relucientes y los gestos ceremoniosos se esconden samuráis que corresponden a generaciones que nunca han estado en una guerra, y que pregonan discursos sobre el honor sin saber su verdadero significado.
Como occidental siempre me había parecido el acto del harakiri un sinsentido, pero viendo con el tiempo películas de samuráis he llegado a la conclusión de que no sólo era utilizado en casos de faltas extremas del honor, sino también por otras cuestiones que resultaban relativamente banales en comparación al valor que tiene una vida humana. Muchas veces ordenaban harakiris a samuráis cuando el clan caía en deshonra por una derrota o su señor sufría algún desagravio del emperador, menospreciando así sus vidas alejados de su señor y negándoles su individualidad fuera del clan. Era como decirles “sin tu señor tu vida no tiene sentido”.

El protagonista, Hanshiro Tsugumo, enfundado en su kimono sucio y con su aspecto físico desmejorado, brillará en cambio con su determinación entre tanta pose e hipocresía encubierta. Demostrará con su historia que el verdadero honor es hacer en cada momento lo que se considera justo, y afrontar con entereza cada faceta de la vida hasta cuando resulte adversa. La breve pero intensa participación en la historia de su yerno Motome Chijiiwa y sus espadas de bambú, le darán al conjunto una profundidad dramática que cambiará la percepción de todo lo que habíamos visto hasta ese momento.

Los últimos quince minutos de “Harakiri” dan sentido a las dos horas previas, el final del relato de Tsugumo acabará atando los cabos sueltos, hará confluir la historia de su vida con el presente de los que la escuchan, e interpretaremos con un nuevo sentido sus actos y sus intenciones. Una vez que suceda lo inevitable, no sólo sus palabras de reproche hacia el honor ficticio del clan seguirá resonando entre los muros, sino que seremos capaces nosotros mismos de sacar las conclusiones oportunas leyendo el epílogo escrito por el clan Lyi.

Maravillosa.
Orson_
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