Clásico indiscutible del cine de aventuras, que a pesar de no haber soportado demasiado bien el paso del tiempo en las escenas de acción, se sobrepone a base de exotismo, entretenimiento y, sobre todo, humor en dosis generosas especialmente en lo que se refiere a la relación entre los tres protagonistas, perfectos en sus roles, donde destaca un Cary Grant desatado, componiendo un personaje cercano al cartoon con un repertorio interminable de gestos cómicos.

Inmejorable muestra de lo que fue el cine de aventuras de los años 30 y 40, pecando de cierta inocencia en ciertas premisas, pero con una capacidad enorme de divertir, entretener y emocionar.

Fabulosa.