Mike Flanagan, director de la que me pareció un poco olvidable Hush y de considerable interés Gerald's Game, nos regaló una serie, que bueno, en lo personal, pocas veces me había causado tantos sentimientos. Terror hay mucho, Jumpscares clásicos, clichés en el saturado mercado del terror, lo distinto en esta serie, es que, en ocasiones, son necesarios, y más que necesarios, dolorosos. Al igual que el terror prolongado escenas en las que simplemente como espectadores no podemos hacer más que acompañar a los Crain en su dolor con toda clase de fantamas (Ojo, que los fantasmas pueden ser muchas cosas, no simplemente espectros). Francamente no sé cómo llevar ésta crítica, no sé por donde tomarla y cómo explicarla, creo que es muy pronto aun para poder quitarme de encima toda estás subjetividad que tengo. Me rompió el corazón lo real que fue en momentos, porque más que una serie de terror convencional, esta es un drama que se mete en tu psique y no te abandona, y que te consume, algo así como la mansión de los Hill.
Mi corazón le da un 10.
Mi cerebro le da un 9.5.
Lo mejor de este 2018 respecto a series.