Es habitual que, ante un bodrio fílmico, se le eche la culpa al adinerado productor que sólo piensa en su bolsillo, al actor famosillo que no ha sabido estar a la altura, al director incapaz de aportar algo interesante o al guionista que no ha estado muy original. Bien, en este caso Don Santiago Segura no podrá utilizar ninguna de esas excusas porque él mismo tiene aquí esas cuatro caras.

En esta nueva entrega, "Amiguetes Entertainment", tras presentar cintas de dudosa calidad como "El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo" o "El oro de Moscú", cuenta con algunas colaboraciones de gran calidad como los efectos especiales hechos en Argentina (parte de la película está rodada en Buenos Aires) o el prestigioso compositor Roque Baños. Claro que esto no alcanza para hacer de esta nueva entrega de Torrente un producto apenas pasable.

Segura lo tuvo todo para hacer de este filme una película que al menos resultase buena: absoluta libertad, gran presupuesto, fama, poder de convocatoria, una buena recaudación garantizada de antemano... Sólo le faltó poner, al menos, un poquito de talento. Una verdadera pena. No hay excusas.