El cine de Ghibli tiene dos claros exponentes, que obviamente son sus dos fundadores, Hayao Miyazaki y Isao Takahata. Aunque ya hemos visto en cintas como Puedo escuchar el mar (1995) que el resto del equipo también tiene mucho talento.

En esta ocasión ninguno de los dos dirige pero es Miyazaki el que se encarga del guion y se nota. De hecho parece que durante el 94 y 95 Miyazaki y Takahata se hubiesen intercambiado los temas de sus películas. En el 94 Takahata realizo Pompoko una película con bastante comedia, fantasía, seres mitológicos y con un fuerte mensaje ecológico. Cosas que son más típicas del cine de Miyazaki y en esta ocasión el propio Miyazaki nos trae una película que trata temas como el crecer, madurar, encontrar el primer amor, la vida diaria de una familia, el descubrimiento de quien eres...

Susurros del corazón en argumento bien podría ser una cinta de Takahata, de hecho en su premisa me recuerda bastante a Recuerdos del ayer (1991) donde teníamos a una adulta que iba recordando diferentes vivencias que tuvo en su etapa escolar y que le ayudaban a decidir que iba a hacer a partir de ahora. Aquí tenemos algo similar pero, al estar Miyazaki detrás del proyecto, eliminamos cualquier rastro melancólico y se convierte en una cinta capaz de convertir el día a día normal en algo mágico. En el argumento de la película no hay nada sobrenatural, ni criaturas fantásticas, sin embargo la narración es capaz de convertir momentos normales y corrientes en algo especial, en algo mágico.

El punto de partida es el de una niña a la que le encanta leer y descubre que hay un chico que se ha leído todos los libros que ella ha sacado de la biblioteca antes que ella. Eso le dará curiosidad e investigará quien es ese muchacho. A partir de ahí ocurrirán cosas que nos darán muchas escenas preciosas, un viaje en tren con un gato, encontrarse con una tienda de antigüedades o como el destino le lleva a encontrarse con ese chico casi por casualidad.

A pesar de ocurrir en un mundo real, y estar dirigida por casi un debutante en la dirección, todo lo que ocurre tiene un aura especial. Un tono alegre muy alejado del dramón que sería si el que estuviese detrás fuera Takahata. La película te transmite esa positividad y alegría tan típica de las películas de Miyazaki.

Mención aparte merece la banda sonora Yuji Nomi que hace un trabajo estupendo y la adaptación que hacen de la canción Take me home, Country Road es preciosa y da lugar a uno de los momentos más memorables de la película ademas de que me parece casi imposible ver la película y no salir tarareando dicha canción.

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