En 1995 Ghibli estrenó Susurros del corazón una película en la que aparece la figura del Barón, un gato vestido de frac, la protagonista se ve maravillada por esa figura hasta el punto que decide escribir y crear una obra de ficción basándose en un mundo donde pueda vivir este personaje. La película sabe darle importancia y carisma a esa figura y ver como la protagonista se interesa por ella, incluso está ese relato en el que su dueño cuenta como el barón tenia una pareja y como se separaron. En Susurros del corazón hacen muchas cosas bien y, gracias a momentos como este, saben como convertir el mundo de la protagonista en algo mágico y especial.

La respuesta fue clara, no solo la protagonista, sino que los espectadores y los trabajadores del estudio también se quedaron maravillados con la figura del barón y ese mundo gatuno que crean, así que 7 años después de esta película se estreno Haru en el reino de los gatos, un rara avis dentro del estudio pues Ghibli nunca ha realizado ni secuelas, ni remakes, ni obras derivadas de otras obras suyas. De forma que esto convierte a esta película en algo especial y algo único dentro del estudio.

Lastima que aquí se acaben las cosas que la hacen especial, pues esta es una obra muy flojita, tanto a nivel de guion como de animación. Sin ser mala es claramente inferior al resto de obras, el mundo que crea esta bien pero todos los personajes son muy arquetípicos; el rey egoísta, el héroe, el amigo del héroe, la protagonista es casi una princesa en apuros, incluso el mundo gatuno que presentan no aporta nada especial.

Y la historia es, básicamente, un chica salva un gato, el gato la lleva a su mundo, allí la quieren convertir en princesa y deberá huir de allí. Una historia muy tradicional, casi de cuento europeo. Lo dicho, lo más especial es todo lo que tiene que ver con el Barón, que aquí acaba siendo un héroe de manual, muy carismático pero que su papel acaba siendo muy típico, salvar a la chica, derrotar al malvado...

Y si hablamos de la animación, hay que reconocer que esta bastante bien, el problema es que venimos de El viaje de Chihiro (2001), Mis vecinos los Yamada (1999) y La princesa Mononoke (1997) tres obras que son visualmente espectaculares y aquí no tenemos nada de eso. Estando bien es como bajar uno o dos escalones respecto al nivel de las obras previas. Sí que es cierto que hay un par de momentos donde se ve la grandeza del estudio, con algunas apariciones de los gatos o de su mundo y alguna del final pero en general no es comparable.

En definitiva, la película no es mala, pero pierde en cualquier comparación con otras obras del estudio, no tiene nada especial, sigue siendo entretenida y si queréis ver gatetes en pantalla aquí tendréis un monton pero como película de Ghibli se queda muy floja.

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