1984 y 2001. Dos años de los que esta historia es deudora. Para los fans del género no hacen falta más explicaciones. Para los consumidores ocasionales de esa droga que se llama género fantástico haremos una aclaración: 1984, novela de Orwell y tres versiones cinematográficas (más algún anuncio de campaña electoral anti-Hillary Clinton) y 2001, la odisea de Kubrick de la que sobran las presentaciones. De la primera toma el contenido y de la segunda el continente. Pero la suma de los factores sí afecta al resultado.

Aquí Lucas nos ofrece una distopía pretenciosa y lenta. Los actores -buenos todos ellos- ni siquiera pueden hacer nada para que el progresivo avance de la trama sea incluso exasperante para el espectador que en ocasiones está tentado de dar algunos golpes a la pantalla hasta que vuelve a acordarse de que la peli es así, así de lenta, así de pretenciosa.

Da la sensación que Lucas quiso aquí hacer un producto de diseño, trasladando esquemas que veía que podían funcionar en taquilla como "2001" sin renunciar a su calidad artística o en otras palabras: imitar. "THX 1138" no pasa del largo experimental que uno esperaría encontrarse de un sueco en el Festival de Sitges.

Lo mejor: la escena del confesionario y ver de nuevo al magnífico Donald Pleasence.

Lo peor: que está vacía.