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Voto de Soñador compulsivo:
8
Intriga. Thriller Una psicóloga y su ayudante intentan desacreditar a un vidente que ha recuperado el prestigio después de haber pasado treinta años sumido en el olvido; el problema consiste en que el cerebro casi siempre nos transmite una imagen distorsionada de la realidad. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2012
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de un náufrago peculiar, que no tenía por nombre Crusoe, ni era interpretado por Tom Hanks. Tenía los ojos clavados en el infinito y por alguna razón, el infinito era su ombligo. Llevaba un traje peculiar, chillón e intelectual. ¡Ay...! Este náufrago no era más, que el cine español. Sobre una tabla podrida, navegaba en alta mar. El oleaje, nervioso, amenazaba con volcar, la pequeña y triste tabla, del náufrago intelectual. La tormenta rugió, temió el náufrago su final. Parafraseó a los grandes, "ser o no ser", y algunos más. Se abrió el cielo gris, ¿la tormenta va a cesar?. Por alguna razón, el náufrago gritó:

- ¡Tetas y genialidad!.

Le interrumpió una voz profunda y gutural, de quién sabe dónde. No vino del mar.

- No es ese el camino, rectifica o te ahogarás.
- Tírame una cuerda por dios. No quiero ahogarme en alta mar.
- ¡Dí que no es el camino!
- ¿Cuál?
- ¡El de mirarte tanto al ombligo!
- Esa es mi verdad.
- No hay verdades bajo el agua, no hay verdades en la mar.
- Soy lo que soy, querido, no lo puedo remediar.
- Eres un náufrago a la deriva, que pronto se ahogará, ¡mira tus sucias heridas, tus ropas roídas, tu triste tabla podrida!
- ¡Y quién es el que me increpa!
- El que te puede salvar.
- ¿De nombre?
- Cortesmente te digo, que mi nombre es Rodrigo, capitán del barco que surca las mareas del bravo mar.
- Pues bien, buen amigo, lánzame una red, Rodrigo. La voy a necesitar.
- Ten la red que pides, pero recuerda: no te olvides de olvidar ese redondo ombligo, que no paras de mirar.
- ¿Sabes qué, Rodrigo?, Cortesmente te digo, después de mucho elucubrar, que es ese final que dispones... demasiado comercial. Una red, un ombligo, un hombre al que salvar...
- ¡Pero que dices borrico, morirás en alta mar!
- Soy el náufrago tozudo, chillón e intelectual. Y por buena causa muero, ¡tetas y genialidad!
- Tu eres tonto chaval.

¡Oh! ¡Rodrigo! ¡Qué no pudo salvar al náufrago de alta mar!

¿O sí?

>>> Seguro que no termina aquí la historia. Me sentaré en primera fila para contemplar las artimañas de este aventurado mago, que tiene la llave y está dispuesto a utilizarla. Quizás Luces Rojas no es todo lo que quiere ser, pero es premonitoria de algo bueno, necesario. Varias horas después del visionado puedo aseverar que su extraña historia deja un poso oscuro de reflexión, que no desaparece. Agarremos la red de Cortés, no la despreciemos.

PD: Ah sí... esto... perdonen la sobrada de crítica y tal. Ahora mismo me tomo la medicación pertinente. No volverá a ocurrir.
Soñador compulsivo
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