La huelga de 187 trabajadoras de la planta Ford en Dagenham en 1968, llevó a la introducción de la Ley de igualdad de remuneración (Equal Pay Act.) en el Reino Unido (y una legislación similar en otros países), son el tema de Made in Dagenham.

La película proporciona un espíritu partidista, aunque por lo general es una historia estimulante en última instancia, adhiriendo al drama social una inusual simpatía.
Desde un inicio la historia se muestra sencilla, para nada pedante, o demasiado comprometida como para hacer alegato, si no como muchas del genero, trata de llegar a la opinión pública, sobre todo a la femenina, para que sigan teniendo en consideración las duras luchas que tuvieron que hacer frente antes de conseguir algunos derechos básicos como la igualdad de genero, haciendo alusión al presente sobre las aun necesarias mejoras de las condiciones laborales o algún tipo de discriminación.

Referente a los sindicatos son más o menos dibujados, acertando en sus constantes luchas internas y la poca empatía entre sindicato-administración. Sin embargo, al destacar la lucha contra una injusticia evidente, la película sólo en parte hace una observación más general: que el sindicalismo siempre hace cosas malas (en lo que se refiere a la promoción de un interés particular en detrimento del total), cuando este puede hacer aún buenas cosas si la sección que representa de otra manera no se puede escuchar. Cuando esa sección es tan grande como el 50% de la población, el punto parece obvio, pero es igualmente cierto cuando el interés es menor (pero todavía siguen desatendidos).

Los créditos de la película se muestran intercalados con entrevistas con algunas de las mujeres involucradas, y como criterio enriquecedor, me hizo preguntarme si de un documental, podría haber sido más esclarecedor.

En general, es una película agradablemente correcta (con típico Happy ending), cuyo soporte principal es el atractivo casting femenino, encabezados por una actuación deliciosa y chispeante de Sally Hawkins y las sobresalientes secundarias Miranda Richardson y Geraldine James, todas dándole vida y gracia al film por la química que desprenden, aunque técnicamente también se logra una ambientación acertada del London de los 60's con su estilo y moda de la época.

Por su parte, la película muestra de manera sencilla, cómo de pequeñas luchas nuestro mundo ha cambiado en los últimos 40 años, y en cierto modo, para ser mejor.