Un deleite de película, que me hace depositar grandes esperanzas en el cine español. En conjunto es de lo más sobresaliente: destacando el diseño de producción, una fotografía impecable, colores muy limpios, una música perturbadora que sabe mantener el clima de tensión... La imagen está excesivamente cuidada y, en general, todos los apartados técnicos gozan de gran maestría. Sobrepasa con creces a cualquier producción española.

Ariadna Gil está desbordante, sabe captar la desesperación y evolución de su personaje; Jordi Mollá inquietante y los niños bastante correctos. Menos mal que los pocos personaje (6 tirando de muy secundarios) saben atraparnos y nos hacen entrar en su pequeña familia.

El desarrollo de la historia es un ejercicio mental para el espectador, que se pasa el visionado planteándose interrogantes, con cada nueva escena tendremos que desechar o crear nuevas teorías. No obstante, la trama pretende ser sencilla, aunque cuenta con bastantes escenas interesantes, algunas de las cuales consiguen ponernos los pelos de punta sin mucho efectismo, simplemente ver a Aridana corriendo por las calles vacías es aterrador. Eso sí, la recta final trepidante.

Una vez más una excelente película es incompredida por la vagancia mental del público. Unas veces se peca de dar al final excesivas explicaciones usando flash back de escenas ya vistas, entonces el espectador ve insultada su inteligencia: ¿me están tratando de tonto?, y otras veces (como es el caso) se cierra la historia con un par de escenas efectivas que vistas con atención dejan todo claro. Esto lo digo porque pienso que la película ha sido vapuleada sólo por el final.

Estamos malacostumbrados a que cuando una película nos resulta interesante queremos un final al estilo Shyamalan o Amenábar de quitarse el sombrero. No pienso que la intención de Calparsoro sea eclipsarnos durante una semana, simplemente cierra la historia de manera dramática, profundizando en la psicología del personaje y, en definitiva, haciéndonos reflexionar.

Lo mejor: Los apartados técnicos.
Lo peor: No entrar en la película.