-¡Bien…!!!! Chica policía… vas a resolver un caso patético entre sangre y nieve. Tomemos un café con calma aquí en Fargo… y platicadme algo de ti- el frío empaña mis gafas

-En mi opinión, soy única", dice sonriendo. "Siempre he sabido lo que quiero hacer. Y lo he logrado. Puedo trabajar con directores independientes, con directores noveles, y desde luego haré pequeños papeles si me gustan. Tengo el respeto de mis colegas, que es más importante que ser una estrella. Mi otro objetivo es trabajar como actriz siempre que quiera. Y creo que puedo hacerlo. Las tías buenas sólo pueden tener cierta edad. Papeles como el de Fargo demuestran que las actrices también pueden hacer otras cosas".
" Hay partes de mi vida que se parecen mucho a la de ella” (Marge).
Como actor, uno busca algo lejano: que me den un buen asesino psicópata o una buena prostituta. Hasta que empecé a trabajar en Marge no me di cuenta de que se trataba de transformarse verdaderamente en otra persona. Y eso ha sido el esfuerzo más grande que he hecho hasta entonces. Yo, como ella, crecí en el cinturón del maíz, en Illinois, y, por supuesto, ellos [los hermanos Joel y Ethan Coen] lo sabían perfectamente. Ellos crecieron como peces fuera del agua, son unos niños judíos en Minnesota. La película es una especie de homenaje a su infancia".

-"Fran, no hace falta que te pongas tan fea"- le aconsejo.
-"Me imagino qué se pone esta mujer todos los días al levantarse"- me comenta McDormand sobre Marge- "Un toque de lápiz de ojos azul que se pone todos los días desde que va al instituto en Brainerd, Minnesota. Tendría derrames sanguíneos porque siempre hace frío, así que el maquillador y yo abordaremos así el personaje. Le pondremos mejillas sonrosadas. La peluca tiene estilo feo, pero me, parece que esta muy
Mona". Pero no me entiendas mal, no me opongo al atractivo. Voy a llavar un atuendo explosivo para los Globos de Oro. Pero no me gustaría vestir así todos los días durante dos meses".
-¡Mujeres!- pienso yo- no las entiendo… solo las amo.
-"Por el modo en que crecí"- dice ella- "con mi temprana formación feminista, ni se me pasó por la cabeza que sería la esclava de ningún hombre-.

Extiendo los brazos y dejo que se acomode en ellos. Ella llora, es duro. Pero entonces dice que me quiere y se derrite en mi café como un helado.


Fin de la conversación en Fargo.