Desconozco el motivo por el cual esta película me atrapa de principio a fin. No sé si son sus personajes perfectamente definidos, sus efectos especiales espléndidamente usados, un Will Smith soberbio o simplemente un guión tan absurdo como excitante, pero si la echan en la tele, esa noche me lo paso pipa.
Reconozco que el guión no tiene ni pies ni cabeza, pero es que disfruto tanto con el combate aéreo entre los ovnis y los F-18, con las caras de Will Smith y con la fantasía infantil que impregna toda la película que es que se me hace imposible no tratarla como una obra maestra. Estamos ante la americanada por excelencia. Ni volcanes, ni terremotos, ni el 2012 (Quizá tan solo Armageddon es rival para este film)
Una película en donde un técnico de antenas exmarido de la secretaria del presidente puede entrar en la Casa Blanca y decirle lo que tiene que hacer y aún así te lo crees, en donde Will Smith deja K.O a un alien supuestamente capaz de introducirse en tu mente hasta convertirte en esclavo y en donde leyendas como el ovni de Roswell de pronto son una realidad. Y no me cuesta nada situarme en la piel de los personajes: un piloto aspirante a astronauta, un técnico de antenas divorciado a causa de las aspiraciones profesionales de su exesposa, un padre rabino que pierde la fe tras morir su esposa... y el mejor de todos, un expiloto de Vietnam traumatizado tras una abducción en la cual los extraterrestres experimentaron con su ¿ano? (Al final su venganza se torna épica).
Y por supuesto no falta el humor, puesto que sin él corremos el riesgo de que el film aparente tener pretensiones de tomarse en serio a sí misma.
Si aún hay algo de niño en tu interior, este film te encantará.