Carolina, una pipiola que está a punto de cumplir los 14 años, conoce al amor de su vida en unos grandes almacenes. Un flechazo en toda regla encumbrado con el “Shine on” de James Blunt, como para no enamorarse. Dos paseítos después, su vida se trunca al perder su número de teléfono y no saber dónde localizarlo... ¡qué destino más trágico, Carolí! Pero ella, consciente de que su felicidad depende de volver a verle, emprende una búsqueda sin descanso de su amado por toda Roma. Mientras tanto, por aquello de no aburrir al personal, seguimos el día a día de nuestra Caro (bromas a los profesores, dramas por no ser invitada a tal fiesta y otras cosas muy adultas) y las personas más importantes para ella: una madre comprensiva, un padre cascarrabias (ya ves tú, empeñado en que sus hijos estudien... qué carca), una hermana insoportable, un hermano molón, unos abuelos que la adoran, una amiga pija, otra fea pero muy simpática, y un montón de chavalines por los que se deja querer en lo que reaparece el príncipe azul.
Con estos innovadores personajes y una trama propia del mejor capítulo de 'Física o química' (imposible elegir sólo uno, lo sé), está destinada a convertirse en película de culto para fauna adolescente que sin duda se verá reflejada en la encantadora y pizpireta rubia.

Y ahora un breve análisis aparte: a todo lo anterior se le suma una estética cutre y un reparto lleno de caras nuevas que esperemos por el bien del cine no volvamos a ver nunca... al menos no actuando, aunque le auguro un buen porvenir a Veronica Olivier como bailarina, que para algo ganó la versión italiana de MQB.
Por otro lado, una dirección mala no se nota cuando hay algunos actores que te salvan el barco o cuando la historia es buena y pasas por alto ciertos detalles (dos factores que a mi juicio estaban presentes en 'Scusa ma ti chiamo amore'), pero cuando brillan por su ausencia, el poco saber hacer del bueno de Moccia tras las cámaras sale a la luz y no sabes si estás viendo una película o una obra de teatro de colegio. Que no se ofenda ninguna seguidora por esto último, que la primera que tenía puestas sus esperanzas en esta nueva historia era una servidora, pero hay que ser objetivos.

Pero, como siempre, busquemos el lado positivo a los 95 minutos empleados en el visionado de esto. Rusty James, el hermanísimo de nuestra Carolina, mola. Y no es irónico. Hasta Coppola estaría orgulloso de que le cogiera prestado el nombre a su personaje... o no, pero lo cierto es que hace la película más pasable. Y otra cosa buena de que esto llegue a nuestras pantallas: no tendremos que sufrir una versión española.