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España España · Vigo
Voto de ru3a5:
6
Bélico. Drama Otoño de 1936. David Carr (Ian Hart), un joven comunista en paro, deja Liverpool para intervenir en la guerra civil española, dentro del bando republicano, e ingresa en la Brigada Internacional del frente de Aragón. Allí conocerá a muchos milicianos procedentes de toda Europa y Estados Unidos, en especial la española Blanca (Rosana Pastor), una atractiva anarquista. David y Blanca están convencidos de luchar por la defensa de la ... [+]
12 de enero de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha coincidido ver esta película justo después de ver "La infancia de Iván" de Andréi Tarkovski, y el contraste no ha podido ser más brutal. Brutalidad de contraste, que ha despertado mi ira, y me trae raudo a criticar... tratando de no dejarme llevar por la ira.

Porque Tarkovski, soviético, hace una su primera película, sobre una guerra vista desde el punto de vista de SU bando, de las filas soviéticas, película encargada y bendecida además por el propio régimen soviético (cuando este todavía no le había dado mucho por el saco al bueno de Andréi, y seguramente este todavía se tenía por soviético de bien). Además, es un monstruo como artista y aun siendo su primera película, de jovenzuelo, hace una obra maestra. Y detalle importante, insisto: es una historia soviética contada por un soviético por orden del Soviet, pero que yo sepa, no cuenta una sola mentira, ni tergiversa lo más mínimo la verdad, ni mucho menos la oculta. Quizá el decir la verdad acabó haciendo que tuviera que emigrar de la madre Rusia, pero el estalinismo era como era, como toda secta que se precie: objetividad prohibida. Pero concho, hizo una obra maestra se mire por donde se mire, seas comunista, liberal, anarquista, socialista o del Madrid.

Aquí el amigo Loach es la pura antítesis. Un hombre -sectario a más no poder- de "izquierdas" (como si lo de "izquierda" y "derecha" no estuviese tergiversado ya hace unos cuantos lustros), que ensalza una de las muchas partes -una de las radicales- del bando "republicano". Desde el minuto 1 lo deja claro y diáfano: Franco, un fascista defensor de los privilegios de los ricos (aka terratenientes, será que los ricos burgueses no contaban ni en Barcelona). La república, el paraíso de las Valkirias. ¿O más bien cierta rama del comunismo, socialismo o quizá anarquismo? Desde el minuto 1, quien sea objetivo y sepa algo de esta historia, sabe que va a ver un panfleto destinado a inflamar los corazones de uno de los bandos. O de una facción de uno de los dos bandos, para ser más precisos; pero para eso hay que tragarse el cuento y seguir viendo. Da igual, la mayoría española, sectaria y poco amiga de los matices, será del Madrid o del Barça: aplaudirá o vituperará. Y para los foráneos, una más de guerra.

El problema es ese: que los españoles somos ignorantes recalcitrantes, y encima, sectarios. Del Madrid o del Barça, sin importarnos de dónde salió el uno o el otro. Y a ser posible, que curre otro que yo prefiero vivir del cuento. Ahí Loach encuentra su filón. De uno de los bandos, claro. Los del otro bando, y los que ni de uno ni de otro, somos objetivos, sabiendo que vamos a ver un partido amañado. Pues se ve, leches, a ver si al menos es divertido. Como el Wrestling ese.

En cuanto a objetividad, nadie se llame a engaño: Nada del 37. Nada del funcionamiento de la segunda república ni de la casa de lenocinio que fue, por unos y por otros, para no ofender. Franco ni siquiera sabía lo que era el fascismo, y si lo supo, fue para aprovecharse de él para ganar la guerra, que la maquinaria nazi estaba a años luz de todas las demás por aquel entonces. Tipo fino y taimado. Y ya desde la segunda guerra mundial (cuando toreó a Hitler para que no tomase Gibraltar, verbigracia), un vasallo más del Tío Sam y adláteres, al que una dictadura le venía bien si la podía controlar y a su vez le daba dividendos, una vez puesto el país otra vez a producir con su pasta (Marshall...). Franco ni fascista ni gaitas, fue dictador, y fue franquista: económicamente tirando a liberal -usando a tecnócratas de cierta "congregación" muy célebre-, y muy católico. Único motivo, más que obvio, de que muriera en la cama, y que pudiera presumir de dejar un país destruido como octava potencia económica mundial. Una guerra que ganaron personas de todo pelaje, republicanos muchos, pero que estaban hartos del lupanar en que se había convertido la segunda de nuestras repúblicas. Un campo de mierda bien abonado por un bando, y por el otro. Que le pregunten a Calvo Sotelo cómo empezó la guerra. O a Primo hijo por qué sigue donde está -cuando debía de ser de los pocos fascistas que por allí había-, y por qué Franco ya no está. Hay una constante en España, y es la ignorancia de los españoles, muy grave cuando se trata de su propia historia. No hay más cainita que Caín. Y su sectarismo.

Es decir: quien aprecie mínimamente la realidad histórica y sea objetivo (borrando cualquier tipo de ideología, y ya no digamos de sectarismo), y conciba el arte como espejo de esa realidad, puede que sienta un rechazo instantáneo hacia esta película, por su naturaleza declaradamente panfletaria desde el primer minuto, y lo que es peor, falsaria hasta el absurdo de la escena del cura, entre otras hierbas. De entrada, y ni es destripe: Franco el demonio fascista defensor de los ricos (cuando se cargó a los escasos fascistas que había nada más ganar la guerra, y creó la clase media española más potente que quizá haya existido y existirá), y el bando "republicano", un maremágnum donde una minoría comunista se volvió mayoritaria y traidora gracias a Stalin, y los anarquistas y/o trotskistas los adalides de la verdadera libertad y la igualdad. Sectarismo puro y duro. Ni del Madrid ni del Barcelona. Soy del Loach Atletic Club. Y tiro porque me toca, para fanfarria de mi hinchada.

Pues vale. Olvidemos lo que nos fastidia que nos mientan. Vamos a ver un cuento. Tomándotelo así, pues se aprecia un cuento entretenido, filmado con cierta frescura y habilidad con las improvisaciones, con sus virtudes y defectos, ganando mucho la versión original, que se hace obligada, por ser uno de los entretenimientos la parla de cada cual, y poco más.

Así que me costó no dejarme llevar por la ira y ponerle un uno, un dos o un tres:
le concedo que como cuento, no está del todo mal contado.

Y es que en técnica y arte, como en no mentir (al menos no en su ópera prima, que por el momento es la única suya que he visto), la sombra de Tarkovski es muy alargada.
ru3a5
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