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Voto de Neopleno:
9
6,6
15.910
Romance. Drama
Leonard (Joaquin Phoenix) es un joven psicológicamente inestable que intenta recuperarse de su última crisis bajo la atenta mirada de sus padres. Inesperadamente entran en su vida dos mujeres: la encantadora y sencilla Sandra (Vinessa Shaw), hija del nuevo socio de su padre, y Michelle (Gwyneth Paltrow), una misteriosa vecina que parece no encajar en un barrio tan anodino. (FILMAFFINITY)
30 de julio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Gray es alguien fuera de su tiempo, no sólo por su afición a los mostrar las cosas tal y como son atendiendo fielmente al cine de género, sino sobre todo por su empeño en mostrar una sinceridad melodramática casi dogmática. En el centro de Two Lovers se sitúa un triángulo amoroso (Joaquin Phoenix entre Gwyneth Paltrow y Vinessa Shaw) dotado de una intensidad total, libre de guiños cínicos, y cuya seriedad resultaría ridícula de no ser por su capacidad de permearnos la piel gracias, en buena medida, a su falta de concesiones al histerismo. Porque puede que muestre grandes emociones y aspiraciones de tragedia griega, pero Gray sabe que el amor romántico no es más que un choque de circunstancias e impulsos, una forma irracional de intentar colmar una necesidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En consecuencia, Two Lovers es única por cómo hace de menos la premisa misma de los anhelos de su protagonista y, a la vez, nos hechiza con ellos. Estamos demasiado cerca de Leonard (Joaquin Phoenix) para sentirnos superiores, y verlo enamorarse perdidamente de Michelle (Gwyneth Paltrow) es casi como revisitar obsesiones adolescentes propias. Para Gray o para Leonard, las distinciones entre lo maduro y lo ingenuo, lo verdadero y lo falso, lo fugaz y lo eterno, son irrelevantes. Las emociones circulan libres de evaluaciones morales o intelectuales. ¿Es deseable esa indiferencia por los juicios de valor? No saber la respuesta resulta desconcertante. Atrapado, Leonard siente que debe elegir entre los dictados de la razón y los del corazón, entre quedarse en su casa y en su clase socioeconómica o aventurarse a la glamurosa y neurótica Nueva York, o al menos se aferra desesperadamente a la ilusión de que realmente tiene la libertad de escoger. Es casi milagroso que, aunque la historia tiene un componente de inevitabilidad, de cuento moral, aun así los personajes sean complicados e inciertos de un modo habitual en el mundo real pero inusual en el cine americano, en parte porque hablan mascullando, con la boca cerrada y la mirada huidiza, conscientes de que las palabras son inadecuadas para expresar nada, que sirven sólo para tantear como lo hacen los invidentes o quienes tratan de seducir.
En última instancia, en cualquier caso, Two Lovers será romántica pero desde luego no es confortante, en tanto que se envilece en la implacable demencia del deseo y de la autodestrucción que éste puede infligir. Leonard es esclavo de emociones excitantes, exasperantes y crueles sobre las que no tiene control, y seguirlas lo abocará irremediablemente a la pérdida o, peor, a la engañosa y demoledora sensación de que el final de esta historia no es un final feliz, a abandonarse a la resignación mientas confunde a su verdadero ángel de la guarda con una mera forma de claudicación, incapaz todavía de comprender que, en el mundo de los adultos, aunque nos pese, seguir las fantasías sólo conduce a la amargura.
En última instancia, en cualquier caso, Two Lovers será romántica pero desde luego no es confortante, en tanto que se envilece en la implacable demencia del deseo y de la autodestrucción que éste puede infligir. Leonard es esclavo de emociones excitantes, exasperantes y crueles sobre las que no tiene control, y seguirlas lo abocará irremediablemente a la pérdida o, peor, a la engañosa y demoledora sensación de que el final de esta historia no es un final feliz, a abandonarse a la resignación mientas confunde a su verdadero ángel de la guarda con una mera forma de claudicación, incapaz todavía de comprender que, en el mundo de los adultos, aunque nos pese, seguir las fantasías sólo conduce a la amargura.