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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Drama. Romance Inglaterra, principios del siglo XX. Los señores Maudsley, de la alta sociedad inglesa, han invitado a Leo, un compañero de clase de su hijo a pasar unos días de vacaciones con ellos. El recién llegado será utilizado por la hermana de su amigo para enviar cartas a su amante. (FILMAFFINITY)
3 de junio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The Go-Between” es un estupendo melodrama de época con tintes de historia iniciática. El americano Joseph Losey, exiliado artístico en el Reino Unido en tanto víctima de la caza de brujas perpetrada por el infausto senador McCarthy, nos obsequia con una de esas reconstrucciones históricas a que tanta afición tienen los británicos y en las que —supongo que por eso mismo— son unos maestros consumados.
La fotografía a cargo de Gerry Fisher es una maravilla luminosa y pictoricista. Casi cada plano remite poderosamente a los paisajistas ingleses del XIX, en concreto a John Constable; y los hay, como los de la merienda campestre, que son puro, delicioso Manet. No obstante el preciosismo minucioso de sus imágenes, atraviesa “The Go-Between” una amargura muy característica del cine de su director. Claro que, habida cuenta de su triste peripecia vital —el pan del exilio no es plato de gusto, valga el (barato) juego de palabras— y que el Nobel de Literatura concedido a Harold Pinter, su guionista de cabecera, no se debió a la amabilidad de su obra precisamente, la acritud del mensaje extraña menos. Éste plantea una crítica feroz a la aristocracia británica del 1900, casta decadente y progresivamente aislada del mundo que la rodeaba, encerrada en una burbuja de solipsismo e hipocresía que no hacían sino sepultar a sus hijos (algo) más dinámicos bajo una pesada, insoportable losa de frustración. Tal es el destino trágico de la pareja de enamorados, un poco al estilo “Lady Chatterley´s Lover” —eso sí, expurgada a conciencia de procacidad—, que componen una Julie Christie toda ella “mal de vivre” y el hirsuto capataz interpretado por Alan Bates, lo bastante tosco para despertar las bajas pasiones de una doncella victoriana aunque no tanto como para aterrorizarla. En fin, la aristotélica virtud del término medio, incluso en situaciones poco dadas a la contemporización; aunque también a este último respecto los ingleses pueden acreditar una experiencia contrastada. La flema, que dicen.
Carorpar
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