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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Intriga. Thriller. Comedia En un país centroeuropeo, el tren Transcontinental Express sufre un gran retraso a causa del mal tiempo. Los pasajeros pernoctan en un pequeño hotel, donde Iris Henderson entabla conversación con una vieja institutriz inglesa, la señora Froy. Poco después de reanudar el viaje, Iris se da cuenta de la desaparición de la anciana, pero los demás pasajeros afirman que su amiga no existe y que ella ha sufrido una alucinación. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2022
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Aun sin contarse entre las obras maestras de Alfred Hitchcock —el mago del suspense alcanzaría su cúspide creativa en las dos décadas siguientes—, «Alarma en el expreso» es una película estupenda y ejemplo palmario de un tipo de cine hoy desgraciadamente extinto.
Estrenada en 1938, se trata de una cinta profundamente hija de su tiempo, con Europa al borde de la guerra, cuando embajadas, trenes y hasta hoteles de alta montaña eran un hervidero de espías. Italianos y unos centroeuropeos de notorias trazas nacionalsocialistas se erigen en la némesis de unos británicos cuya flema y apego a las tradiciones les impiden ver el bosque —en este caso, los mefistofélicos manejos del enemigo—.
De «Alarma en el expreso» llama poderosamente la atención su modernidad formal —en 1938 hacía poco más de diez años de «El cantante de Jazz» («The Jazz Singer», 1927), primera película sonora de la historia—; sin embargo, apenas hay restos del mudo en el que Hitchcock se había fogueado, si acaso los planos detalle tan característicos de su narrativa. Contribuye asimismo la naturalidad con que se desenvuelven Margaret Lockwood y, sobre todo, un Michael Redgrave de encantadoras trazas errolflynnescas —con perdón del palabro—.
La película arranca con un desconcertante aire costumbrista, como de comedia de Fellini «avant la lettre»; no obstante, va adquiriendo ritmo a medida que la locomotora que le da título —en España al menos, cuando proliferaban las traducciones de autor— coge velocidad. Por cierto, que no faltan los planos que remiten directamente al arte futurista, en concreto al «Treno in corsa» de Ivo Pannaggi.
A partir de entonces Hitchcock despliega su proverbial talento para, en base al consabido MacGuffin* —lógicamente en el apartado spoiler—, tenernos atornillados a la silla durante 90 minutos, pendientes de los jugueteos, no sé si más jesuíticos que chestertonianos o viceversa, entre lo (im) posible y lo (im) probable, muestra de lo cual es, aquí, el agente secreto más inopinado que haya salido nunca de la pluma de un guionista** —también en spoiler—.
Bien se ve que, pese a la aparente ligereza de la propuesta —un film típicamente comercial de la época, con sus cuotas de aventura, romanticismo y maniqueísmo; más si cabe, esto último, habida cuenta de las antedichas circunstancias prebélicas—, a poco que se rasque no tardan en aflorar los elementos de interés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Carorpar
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