Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Intriga. Thriller Harry Caul, un detective de reconocido prestigio como especialista en vigilancia y sistemas de seguridad, es contratado por un magnate para investigar a su joven esposa, que mantiene una relación con uno de sus empleados. La misión, para un experto de su categoría, resulta a primera vista inexplicable, ya que la pareja no ofrece ningún interés. Sin embargo, cuando Harry da por finalizado su trabajo, advierte que algo extraño se oculta ... [+]
12 de mayo de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La conversación” es una película pequeña comparada con la grandilocuencia ―habrá quien prefiera “ampulosidad”, no es mi caso― de otras cintas de su director, tales que la trilogía de “El Padrino”, “Apocalypse Now” o, salvando las distancias, “Drácula”. Sin embargo, no se trata de una obra menor. Más bien al contrario.
Estamos ante una historia decididamente hitchcockiana e indudablemente freudiana ―vean, si no, el análisis que Slavoj Zizek le dedica en su estimulante “The Pervert´s Guide to Cinema”―. Y es que la conversación que le da título no constituye sino un enorme McGuffin en base al cual retratar la soledad de un tipo tan gris como Gene Hackman ―cuesta imaginar a nadie más apropiado para el papel―, sublimada en una doble vía: por un lado, el encierro en sí mismo disfrazado de celosa, casi patológica, custodia de la propia intimidad; por otro, un voyeurismo compulsivo hecho dedicación profesional en tanto huelebraguetas a sueldo.
Cabría, además, entender la reproducción contumaz del material grabado como una recreación magnetofónica ―qué delicioso delirio analógico, por cierto, el de “La conversación”, prehistoria de la avalancha ofimática de nuestros días― del eterno retorno nietzscheano. Aunque ésta es una percepción muy personal, abierta por tanto a debate ―y refutación―. Lo mismo que la posible analogía con los hiperconectivos ―me perdonarán el cacofónico neologismo, o palabro―, que no conectados, “tiempos modernos”, en que nuestra privacidad es objeto permanente del escrutinio público; pero, a diferencia de lo mostrado en “La conversación”, somos nosotros mismos los que, por obra y gracia ―y qué poca gracia, si me permiten el fácil juego de palabras― de las malhadadas redes sociales, nos servimos en bandeja a unos husmeadores contemporáneos que poco tienen que ver con el ramillete de inadaptados que transitan por “La conversación”. O al menos eso quisiera creer, toda vez que se trata de nosotros mismos, espías universales y cotidianos, infinitamente más peligrosos por tanto. Nos metimos “motu proprio” en el panóptico, así que en el pecado llevamos la penitencia. Al Harry Caul magistralmente encarnado por Hackman no le hubiera ocurrido. Ergo ¿Quién es el tarado?
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow