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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Drama. Bélico Basada en hechos reales ocurridos en 1905, narra como la tripulación del acorazado Príncipe Potemkin de Táurida se cansan del tratamiento vejatorio e injusto de los oficiales. El detonante de la situación es la carne podrida que éstos quieren que los marineros se coman. Con este motín comienza el reguero revolucionario por Odesa y toda Rusia. (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez años antes del rodaje de "El acorazado Potemkin", David Wark Griffith había experimentado con el montaje paralelo en su seminal "El nacimiento de una nación". Se alejaba con ello del teatrillo filmado un tanto naïf en que había venido consistiendo el cine hasta entonces. Eisenstein da un paso más- no resulta atrevido decir que una zancada de siete leguas- con la revolucionaria- en todos los aspectos- "El acorazado Potemkin"; sobretodo en la mítica escena de la escalera de Odessa, lección cinematográfica ineludible aún en nuestros días, para la que rueda infinidad de brevísimos planos, apenas instantes, que engarza con una maestría y sentido del ritmo inusitados.
"El acorazado Potemkin" es una obra maestra, pieza única en la historia del arte contemporáneo, que da carta de naturaleza al cine moderno. Podría decirse que Griffith lo alumbra; pero es Eisenstein quien, a golpes de genialidad, lo madura hasta, en lo que dura esta cinta- 70 minutos apenas- hacerlo adulto. Es entonces cuando la imagen se enseñorea para siempre de un séptimo arte hasta el momento indefinido. Como si al niño balbuciente y a gatas le hubiera salido el bigote y enronquecido la voz de la noche a la mañana.
No está en mi ánimo que la celebérrima escalera monopolice mi crítica, pero el compendio de innovaciones técnicas y narrativas que conlleva supone un rompimiento de gloria de tal magnitud que nunca estarán de más cuantas líneas se le dediquen. Es un lugar común referirse a Brian de Palma, quien calca la secuencia del carrito casi plano por plano para su estupenda "Los intocables de Elliot Ness". No lo es tanto, o al menos esa sensación tengo yo, la vinculación tanto estética como simbólica entre los soldados que descienden la escalera a tiro limpio y en perfecta formación y el goyesco pelotón de fusilamiento de la montaña del príncipe Pío. Es evidente que Eisenstein conoce la obra; lo paradójico es que el estado soviético a cuya mayor gloria fuera realizada la película acabase convertido en la misma máquina homicida carente de rostro que éste- y Goya un siglo antes- recrea.
Pero abramos el objetivo porque hay vida en "El acorazado Potemkin" más allá de la inolvidable escalera de Odessa. Si bien la deuda con el expresionismo alemán es inevitable para cualquier película de la época, aquí, aún habiendo algún rasgo que nos remite a él, se encuentra muy matizado por un esculturalismo en la línea del realismo socialista que imperará en la URSS y las repúblicas de su entorno durante las décadas siguientes. En cuanto a la secuencia de la carne podrida recorrida de gusanos, resulta innegable su influjo en la escatologia surrealista y, sobretodo, en la imaginería pesadillesca de "Un perro andaluz".
Carorpar
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