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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
20 de noviembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera aproximación de Tarantino al “western” propiamente dicho —en sus películas anteriores encontramos ya abundantes elementos del género, en su versión más setentera y sudorosa— es una delicia sanguinolenta, una divertidísima jarana "destroyer".
Más tarantiniana que “spaghetti” —a diferencia de la posterior “Los odiosos ocho” (“The Hateful Eight”, 2015), impecable ejercicio de estilo pero carente de la rabiosa frescura de ésta—, “Django desencadenado” dinamita los códigos del cine del oeste y baila sobre sus escombros. A tal respecto, la escena final constituye una ilustrativa declaración de “no-principios”. Me ha parecido leerle a algún crítico a sueldo que Tarantino redefine los arquetipos. Creo que se queda un tanto corto en su apreciación, a mi juicio los sodomiza con lujuriosa fruición.
No obstante la voluntad iconoclasta que preside la obra toda de su director, hay en “Django desencadenado” ecos de John Ford, clásico por antonomasia. La homérica peregrinación de los protagonistas a la búsqueda de Hildy se asemeja al espinazo argumental de “Centauros del desierto” (“The Searchers, 1956). Y la desopilante aparición del Ku Klux Klan podría perfectamente estar inspirada en la anécdota que Ford contaba acerca de su participación como extra en “El nacimiento de una nación” (“The Birth of a Nation”, 1915). Asimismo, el bestial tiroteo en la mansión Candyland remite al clímax de “Grupo salvaje” (“The Wild Bunch”, 1969), caso de que Peckinpah la hubiera dirigido pasado de... Red Bull.
Un correcto Jamie Foxx, supuesto cabeza de cartel, se ve sin embargo opacado por el festín que se dan dos caníbales de la calaña de Leonardo DiCaprio y, sobre todo, Christoph Waltz, sencillamente superlativo en la atildada piel del doctor Schultz. Por si fuera poco, a media función se les une Samuel L. Jackson llamando “negrata” a todo quisqui. Qué gozada macarra, qué jolgorio políticamente incorrecto.
Carorpar
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