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Comedia
En una de sus últimas noches como estudiantes de instituto, Evan (Michael Cera) y Seth (Jonah Hill), dos amigos inadaptados, tropezarán con diversas dificultades para comprar bebidas para una fiesta a la que han invitado a las chicas de sus sueños. En su peripecia les acompañará el indescriptible McLovin (Christopher Mintz-Plasse), otro inadaptado que acaba de comprarse un carnet falso para que le sirva de salvoconducto en la compra de alcohol. (FILMAFFINITY) [+]
29 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las dos veces que he visto “Superbad” he tenido la mala fortuna de no poder hacerlo en su versión original. Siempre recomendable, se torna perentorio en el caso que nos ocupa, pues el espeluznante doblaje arruina buena parte de su abundante potencial cómico. Si bien es cierto que no debe de resultar fácil doblar los balbuceos de una acelga como Michael Cera.
En cualquier caso, “Superbad” es una película rabiosamente divertida que no desmerece el sello Apatow bajo el que viene producida, o sea: surrealismo cuidadosamente medido, romanticismo un tanto bizarro, blasfemia exuberante y escatología para todos los públicos. Cuenta, además con la presencia de Jonah Hill, cuyos gorditos airados y maledicentes se erigen, junto a la pachorra cannabácea y gargajosa de Seth Rogen, en lo más destacado de la hornada última de cómicos americanos.
Pero si por algo merece “Superbad” ser recordada, es por el desopilante personaje de McLovin. Con él hace su debut interpretativo un igualmente insólito Cristopher Mintz-Plasse. Protagonista absoluto de los pasajes más chocarreros, la inenarrable escena en la que enseña su carnet de falso hawaiano de veinticinco años a sus rijosos amigos Evan y Seth —Cera y Hill respectivamente— desatará las carcajadas del espectador más reticente. Por desgracia, la película no vuelve a alcanzar semejantes cotas de hilaridad. No obstante, la abracadabrante odisea nocturna de estos tres perdedores a la búsqueda de alcohol con que granjearse el anhelado desfloramiento da lugar a una historia indudablemente entretenida.
En cualquier caso, “Superbad” es una película rabiosamente divertida que no desmerece el sello Apatow bajo el que viene producida, o sea: surrealismo cuidadosamente medido, romanticismo un tanto bizarro, blasfemia exuberante y escatología para todos los públicos. Cuenta, además con la presencia de Jonah Hill, cuyos gorditos airados y maledicentes se erigen, junto a la pachorra cannabácea y gargajosa de Seth Rogen, en lo más destacado de la hornada última de cómicos americanos.
Pero si por algo merece “Superbad” ser recordada, es por el desopilante personaje de McLovin. Con él hace su debut interpretativo un igualmente insólito Cristopher Mintz-Plasse. Protagonista absoluto de los pasajes más chocarreros, la inenarrable escena en la que enseña su carnet de falso hawaiano de veinticinco años a sus rijosos amigos Evan y Seth —Cera y Hill respectivamente— desatará las carcajadas del espectador más reticente. Por desgracia, la película no vuelve a alcanzar semejantes cotas de hilaridad. No obstante, la abracadabrante odisea nocturna de estos tres perdedores a la búsqueda de alcohol con que granjearse el anhelado desfloramiento da lugar a una historia indudablemente entretenida.