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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Documental Cerca de mil películas fueron producidas en la Alemania nazi. Sólo algunas fueron abiertamente películas de propaganda y aún menos podrían ser considerados un entretenimiento inofensivo. El documental analiza estas películas, las personas detrás de ellas y cómo los estereotipos del "enemigo" y los valores de amor y odio han podido ser plantados en la mente de los espectadores. (FILMAFFINITY)
26 de marzo de 2022
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Estupendo documental, quizá un escalón por debajo de «De Caligari a Hitler» («Von Caligari zu Hitler: Das deutsche Kino im Zeitalter der Massen», 2014), de la que puede considerarse secuela; pero de interés y calidad definitivamente indiscutibles.
Aborda, de hecho, un capítulo bastante menos conocido —más allá de la celebérrima obra de Leni Riefenstahl—, tal que la construcción de toda una industria cinematográfica, de unas dimensiones que le permitieran compensar la fuga de talentos que supuso el ascenso del nazismo e incluso, precisamente, rivalizar con Hollywood —el título no es una licencia poética en absoluto—, así como vehicular el empacho de propaganda legitimadora del III Reich y sus atrocidades.
El monopolio creado por Goebbels tras la estatalización de la UFA produjo cerca de mil películas con unos rasgos comunes que se superponen a la mayor o menor pericia de sus responsables —algunos indudablemente dotados, caso de la citada Riefenstahl, Veit Harland, o Ferdinand Marian, entre otros—, haciéndolas perfectamente reconocibles: melodramas de los que ha quedado desterrado el menor atisbo de ironía, sustituida por una alegría excesiva y, por ende, algo forzada, patriotismo castrense, camaradería viril y sumisión femenina, así como una proliferación de cortinillas, fundidos y transparencias que producen un efecto de irrealidad onírica no sé hasta qué punto buscado.
Resulta, en fin, curioso asistir a los primeros pinitos de toda una Ingrid Bergman —en su descargo, se trató sólo de un film, «El pacto de los cuatro» («Die vier Gesellen», 1938), del que no tardaría en renegar—, o los de Douglas Sirk —por entonces todavía Hans Detlef Sierk— con cosas tan locas como «La Habanera» (ídem, 1937), ambientada en un Puerto Rico que resulta ser Tenerife en plena Guerra Civil española.
Carorpar
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