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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Romance. Drama Alex y Sergi, una sólida pareja de Barcelona, acaricia la idea de tener un hijo, pero, inesperadamente, Alex consigue una beca de un año en Los Ángeles, lo que supondría un año de relación a 10.000 Km de distancia. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo, “10.000 km.” es una cinta más que correctamente ejecutada. El sobresaliente montaje resulta, por momentos, indiscutiblemente brillante. Y es que la hábil combinación de imagen cinematográfica, “webcam” y pantallazo- bien de ordenador portátil (perdón, “macbook”), bien de móvil (“iphone”, deduzco)- hace avanzar la historia con cadenciosa fluidez, impropia de experimentos audiovisuales de similar pelaje, en general estridentes.
Cabe elogiar también el trabajo de su pareja protagonista. Natalia Tena y David Verdaguer encarnan sus personajes con admirable verismo; pese a cierto amaneramiento de raíz “bardemiana” en la interpretación de él, que, durante los diez primeros minutos, y hasta que el oído del espectador se acostumbra, impide se le entienda una sola palabra, de tan gutural que llega a ponerse el barbado mozo.
Dicho lo cual, convendría preguntarse por las razones que han llevado a Carlos Marqués-Marcet a rodar esta película. Pues “10.000 km.” no parece tener más fin que recrear- casi recrearse- con precisión cuasi obscena la degradación a que se aboca cualquier relación a distancia.
Todos sabemos- quizá no todos, muchos sí; y el resto puede al menos sospecharlo- de las enormes dificultades, las pequeñas humillaciones y el sombrío panorama que acompañan a este tipo de noviazgos. Bastantes hemos pasado por ello, algunos incluso hemos tropezado varias veces en la misma piedra. Y, francamente, no es plato de gusto verse retratado con tan insultante fidelidad durante más de hora y media.
Que no se me malinterprete, no estoy en contra de que el cine se ocupe de los aspectos más prosaicos de la realidad. No soy partidario de la evasión pura y acrítica, ni mucho menos. De hecho “Boyhood”, también de este 2014, me parece una obra excepcional, y no hace sino mostrar- de una manera, si se quiere, un tanto abocetada- trazas de una vida cotidiana que pudiera ser la de cualquiera. Sin embargo, hay en esa vida- o vidas- de cualquiera que describe “Boyhood” algo de lo que carece la envilecida pareja de “10.000 km.”: grandeza.
Y es precisamente la mezquindad que impregna cada una de las egocéntricas acciones de ambos personajes lo que hace del visionado de esta película una experiencia excesivamente dolorosa, rayana en lo insoportable. Definitivamente, no ha lugar a la empatía en “10.000 km.”. Devorada por su pesimismo antropológico, acaba tornándose demasiado desagradable; hasta alcanzar un desenlace no por esperado, menos desolador. Hay quien lo juzga soberbio. A mi me resulta un tanto innecesario, como la película toda. O será que me hago mayor, no sé.
Carorpar
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