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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Romance. Drama A una joven graduada en filosofía la invita a pasar un fin de semana en el campo una amiga, que también lleva a su padre y a su joven amante. Las circunstancias hacen que la joven y el padre de su amiga se queden solos. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente ésta sea la entrega más floja de la célebre tetralogía de Éric Rohmer. Me duele reconocer la (relativa) decepción que me ha causado, toda vez que había disfrutado sobremanera las otras tres. Ya lo dice la perla de sabiduría popular: “el mejor escribano echa un borrón”.
Cabe rastrear la génesis de la desilusión provocada por “Cuento de primavera” en su endeblez argumental, y eso que las películas de Rohmer no se caracterizan por su complejidad, precisamente. Al contrario, las suelen vertebrar historias mínimas, expuestas, eso sí, con una naturalidad encantadora. Tal levedad se torna aquí materia subatómica, magnificando de manera inversamente proporcional los vicios del cineasta francés.
Sin un armazón convincente, las enjundiosas conversaciones acerca de lo divino y lo humano en que gustan de enfrascarse sus personajes —aquí en torno a la lógica trascendental kantiana, casi nada— se vuelven forzados ejercicios de erudición, rayanos en la pedantería, cuando no preñados de ella. Asimismo, la inverosímil fascinación que añejos galanes despiertan en rozagantes ninfas con toda la vida por delante se antoja de pronto la fantasía sublimatoria de un viejo verde. La verdad, me cuesta creer que un individuo de las trazas de Hugues Quester pueda siquiera llamar la atención no de una, sino de dos mujeres de la talla física e intelectual de Anne Teyssedre y Eloïse Bennet
Ahora bien, conviene aclarar que hasta el film menos logrado de Rohmer supera de largo la obra maestra de la mayoría de actuales muñidores de videoclips, también la de aquellos con el escaso pudor de dárselas de artistas. Adorna a su “Cuento de primavera” esa cadencia morosa, casi zen, tan característica —ver a Rohmer es como zamparse un bocadillo de valiums, no se sientan culpables si en alguna ocasión, o varias o muchas, caen en los dulces brazos de Morfeo—.
La sabia cámara del veterano director transita con exquisita fluidez una puesta en escena cuidadosamente desaliñada, hecha de vetustos apartamentos parisinos infestados de libros hasta sus altísimos techos. En fin, pese a todos sus defectos, si, igual que Jeff Daniels y Mia Farrow en “La rosa púrpura del Cairo” ("The Purple Rose of Cairo", 1985), pudiera uno mudarse a una película, sin duda las de Rohmer figurarían entre mis destinos predilectos.
Carorpar
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