Estupendo telefilm de altísimo standing en el que se recrean los años previos a la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista del prócer británico Sir Winston Churchill.
A través de un enfoque, llamémoslo, unamuniano, "The Gathering Storm" (al fin hemos logrado lo que parecía imposible: la traducción del título no chirría) describe la deriva belicista y la nutrida tribu de filonazis aposentada en las verdes bancadas de la Cámara de los Comunes- de los Lores mejor ni hablamos- durante los años treinta. Lo de unamuniano no es capricho trabalingüe ni condescendencia intelectual, sino referencia al peso que a la intrahistoria da esta cinta en el seno mismo de la gran Historia. Así, entre invectivas antialemanas y menosprecios parlamentarios, somos testigos del día a día de un Winston Churchill- aparentemente- de capa caída, próximo al ostracismo, y en la ruina, tanto económica como física. Un vejestorio maniático, balbuciente y celoso, paranoico y déspota, y, sin embargo, genial. Le pone rostro un no menos imponente Albert Finney, quien se mimetiza con el personaje en una interpretación antológica. Sólo el modo en que reclama su tarta, a través de la espesa cortina de humo emanada del puro sempiterno, ya vale lo que más de una flamante carrera hollywoodiense. Y lo que más de diez también. Le acompaña una pléyade de reconocidísimos intérpretes ingleses (Vanessa Redgrave, Jim Broadbent, Derek Jacobi, Tom Wilkinson), que dotan de enorme empaque a una producción americana, elaborada, sin embargo, con el mimo propio de las películas britránicas de época. Redondea el brillante conjunto la encantadora presencia de nuestra adorada Lena Headey, jovencísima y diáfana en un papel muy alejado del de su celebérrima Cersei Lannister.
En fin, cuando HBO está detrás, siempre hay que sospechar en positivo. Queda este humilde plumilla suyo a la espera de disfrutar y criticar "Into the Storm", continuación de esta excelente "Amenaza de tormenta", sin Albert Finney al frente del reparto, pero con "El Irlandés" Brendan Gleeson en la piel de Churchill; sin duda un suplente de muchas garantías.