Película un tanto naïf- el universo de Barrie lo es, y mucho- en la que se relata el proceso creativo que acabaría eclosionando en la celebérrima "Peter Pan".
Viendo la cinta llega uno a la conclusión de que el llamado "síndrome de Peter Pan" que a más de un treintañero nos aqueja bien hubiera podido conocerse como "síndrome de J.M. Barrie", inmaduro juguetón que debió de sentirse bastante fuera de lugar en la represiva sociedad victoriana que le tocó en -mala- suerte habitar. Y a la cual, por otra parte, debió de resultar un personaje bastante incómodo, dados su éxito profesional y relevancia social. Éste es interpretado por Johnny Depp, otro de esos adolescentes eternos, quien abandona durante algo más de hora y media sus copiosos e irritantes tics- eso sí, no renuncia a disfrazarse de muchas cosas, de indio y de pirata, entre otras- para encarnar con suma prestancia al famoso dramaturgo. Si bien es cierto que el apolíneo Depp se parece al inquietante Barrie lo que un huevo a una castaña.
"Descubriendo Nunca Jamás" es, evidentemente, un melodrama sensiblero con cierta querencia por la tragedia lacrimógena. Pero su director, Marc Foster, hace gala de una rara habilidad para disimularlo hasta casi hacernos creer que la avalancha de lágrimas que se nos avecina es producto de una conmovedora historia más que de una manipulación torticera.
Una obra tramposa, sí, al tiempo que muy eficaz en el logro de sus objetivos. Como la propia "Peter Pan", sin ir más lejos.