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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Ciencia ficción. Intriga. Terror Gemma (Imogen Poots) y Tom (Jesse Eisenberg) son una joven pareja que se ha planteado la compra de su primera casa. Para ello visitan una inmobiliaria donde los recibe un extraño agente de ventas, que les acompaña a Yonder (una nueva, misteriosa y peculiar urbanización donde todas las casas son idénticas), para mostrarles una vivienda unifamiliar para ellos. (FILMAFFINITY)
13 de julio de 2023
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Notable mezcla de surrealismo, «indie», terror y ciencia ficción a cargo de Lorcan Finnegan, cineasta irlandés al que conviene seguir la pista. «Vivarium» combina con insalubre soltura «El ángel exterminador» (1962), «La invasión de los ladrones de cuerpos» («Invasion of the Body Snatchers», 1956) y las arquitecturas imposibles de M.C. Escher.
Con mimbres sencillísimos tales que una escenografía minimalista —las trazas de tramoya teatral no hacen sino aumentar la sensación de irrealidad que transmite la historia—, y reparto asimismo en los huesos —salvo en la secuencia inicial, tres actores en escena como máximo—, pero con un guion enfermizamente eficaz, «Vivarium» nos tiene con el corazón en puño y una náusea irreprimible durante sus casi 100 minutos de metraje.
Efectivamente, hacía años que una película no me incomodaba tanto. No se trata tanto del miedo que llegue a inducir —mucho menos en aficionados al género y, por ende, bastante curados de espanto, valga el juego de palabras— como de la desazón que nos genera —insisto: incluso al espectador más encallecido—, ciertamente desacostumbrada de un tiempo a esta parte, cuando la «disneyficación» y la «netflixización» —con perdón, en este caso, de los toscos neologismos— del audiovisual de nuestros días han edulcorado y entontecido carteleras y parrillas a golpe de algoritmo.
Al desasosiego en que, con fruición psicópata, nos sumerge Finnegan contribuyen los integrantes de un elenco igualmente inspirado. En un registro diferente al que nos tiene habituados, Jesse Eisenberg hace gala de una versatilidad digna de reseña. El niño Senan Jennings y su yo adulto Eanna Hardwicke resultan repulsivos y turbadores a partes iguales. Imogen Poots, como siempre, se erige en el alma de la fiesta, transitando de la frustración a la resignación y, por último, a la rebelión desesperada con la pasmosa naturalidad en base a la que ha hecho carrera. Simplemente maravillosa.
Carorpar
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