Esta modestísima “Europa One” tiene una virtud inopinada, o incluso dos; y es que dignifica un subgénero como el “space horror”, de un tiempo a esta parte maltratado hasta el ensañamiento, y lo hace insuflando nuevos bríos, así como dotando al fin de sentido a la siempre discutida —porque, a mi juicio, se antoja, en efecto, bastante discutible— técnica del “found footage”.
El ecuatoriano Sebastián Cordero se revela como un artesano capaz de sacar brillo a la materia prima más tosca. Con mimbres muy sencillos, espartanos, rayanos en lo cartujo, logra la cuadratura del círculo en una cinta de ciencia-ficción a un tiempo adulta y rabiosamente entretenida. Su apuesta por la verosimilitud en detrimento de la espectacularidad deriva, supongo, de un presupuesto que obliga a hacer de la necesidad virtud y no al contrario —“un pan con unas tortas”—, como por desgracia suele suceder.
El “metraje encontrado” recibe un tratamiento igualmente sobrio, si bien los monólogos a cámara en plan confesionario de “Gran Hermano” me parecen un relleno innecesario hasta en la gloriosa “Modern Family” (ídem, 2009-Actualidad). Cordero manifiesta gran oficio a la hora de dosificar el suspense, dejando para el final el descubrimiento de la iniquidad homicida —en rigor, una criatura extraterrestre que estaba tan tranquila hasta que llegaron los humanos a tocarle los... tentáculos.
A sabiendas de las pocas pretensiones de la película, el reparto cumple con profesionalidad. Integrado por rostros de la periferia cinematográfica, el más reconocible es el del sudafricano Sharlto Copley, en el pico de su popularidad tras “Distrito 9” (“District 9”, 2009) y “Elysium” (ídem, 2013), pero también cuenta con Michael Nyqvist, omnipresente estrella de las pantallas suecas, y Anamaria Marinca, protagonista de la galardonada “Cuatro meses, tres semanas y dos días” (“4 luni, 3 saptamini si 2 zile”, 2007).