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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Comedia. Acción Miami, años 90. Daniel Lugo y Adrian Doorbal entrenan muy duro en el gimnasio cada día. Debido a su profesión como culturistas, dedican más tiempo a atender su cuerpo que a cualquier otra faceta que suponga un esfuerzo mental. Daniel adora el fitness, pero es un trabajo que no da mucho dinero, y pensar que toda su vida se dedicará a ello le agobia, por lo que decide pasar a la acción y dar un gran golpe. Los dos, junto con Paul, un ex ... [+]
18 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si existe el cine anabolizado —subgéneros más peregrinos se han visto—, sin duda Michael Bay se cuenta entre sus máximos exponentes; conque era cuestión de tiempo que ambientara una de sus paquidérmicas producciones en el mundo del fisioculturismo. Y como Bay no es Isabel Coixet, no esperen al respecto un melodrama catártico. Al contrario, se trata de un desfasadísimo videoclip de 130 minutos, un festín de contrapicados, camisetas imperio, silicona, cámara superlenta —y súper rápida— y batidos de proteínas que, aunque parezca increíble, funciona como un reloj suizo.
En efecto, lo especialmente llamativo de “Dolor y dinero” es que, en su día, y para sorpresa de todos —y más que nadie, me figuro, para su habitualmente denostado director—, recibió los parabienes de la crítica. Si bien no es la maravilla reseñada por algunos plumillas extrañamente transidos de entusiasmo, sí cabe reconocer una rara belleza “trash” en la ultraprocesada caligrafía fílmica de Bay, quintaesencia del hortera amaneramiento visual “made in MTV”; así como un saludable espíritu (auto) paródico en la narración de las peripecias —basadas en hechos reales, por inverosímiles que se antojen— de los tres descerebrados amasijos de músculos que la protagonizan.
En fin, pese al beneplácito del que fuera objeto, no las tenía todas conmigo cuando me debatía entre “Dolor y dinero” o algo más aceptable socialmente —y apropiado para coger el sueño—, tipo Rohmer, o Dreyer. No me sustraía al infausto recuerdo de “Pearl Harbor” (ídem, 2001) y la docena de bodrios hipertrofiados que jalonan la carrera del cineasta angelino. Me alegro de, a la postre, haberme sobrepuesto a mis —fundados, fundadísimos— prejuicios. Porque “Dolor y dinero” no será una obra maestra, pero sí es la obra maestra de Michael Bay y un film rabiosamente disfrutable. Y, si después se sienten culpables, siempre pueden leer a Shakespeare, o a Heidegger.
Carorpar
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