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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Terror. Comedia Charley Brewster es el típico adolescente americano. Su madre cree que ve demasiadas películas de terror. La vida de Charley es muy tranquila, hasta que se convence que su nuevo vecino, Jerry Dandridge, es un vampiro. Nadie, y menos aún la policía, está dispuesto a creer que Dandridge es responsable de un montón de extraños asesinatos. Charley encuentra un aliado en Peter Vincent, un antiguo actor de películas y presentador de programas ... [+]
6 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor vacuna contra el revival ochentero que nos golpeó con dureza hace un lustro —por suerte, también la curva de esta pandemia parece haberse aplanado; si bien quedan todavía cepas resistentes como una aldea de irreductibles galos— consiste, precisamente, en ver películas de entonces. Porque una sola escena de cualquiera de ellas encierra más verdad y diversión que las tres temporadas —“y lo que te rondaré, morena”— de esa sublimación infantil-mongoloide dada en llamar “Stranger Things” (ídem, 2016-Actualidad).
Los protagonistas de aquellas desopilantes historias son adolescentes reales, con todas sus consecuencias (anti) estéticas, y no la versión “blanqueada” que vemos en las inofensivas reescrituras de hoy. Me explico: van más salidos que el pico de una mesa y cuando no se están estrujando el salami ardua y denodadamente, están intentando mojar el churro, lo último casi siempre con escaso éxito. Sólo entremedias —a veces, incluso en combinación con lo anterior, qué admirable pericia “multitask”— es que tratan de sobrevivir al ataque del ente sobrenatural de turno, normalmente igual de cachondo que ellos; pero ni se plantean el deber moral de salvar al mundo también, tampoco juegan a “Dragones y Mazmorras”, ni sus cuartos parecen el refugio nuclear de “Nannysex”, de tanto juguete “vintage” a la vista.
En efecto, esta “Noche de miedo” mete en la coctelera los films de la Hammer —por su parte, mezcla loquísima de novela gótica y “sexploitation”— y las tontorronas comedias de mancebos consumidos por el lacerante anhelo de perder la virginidad, todo un subgénero en sí mismas. El resultado es una delicia descerebrada y gore donde late con fuerza el extinto espíritu de la serie B, con sus actores de segunda fila —encarna al vampiro Chris Sarandon, el príncipe Humperdinck de “La princesa prometida” (“The Princess Bride”, 1987), cinta fetiche de tanto treintañero aquejado de la fiebre nostálgica—, analógicos efectos especiales y de maquillaje, prótesis y extra de moco, así como la caricaturesca interpretación de Roddy McDonnall, cuyo Peter Vincent combina a los icónicos Peter Cushing y Vincent Price hasta en el nombre, lo cual, convendrán conmigo, no supone ningún prodigio de finura, pero es que este tipo de cine poco entiende de sutilezas… ni falta que le hace.
Carorpar
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