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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Serie de TV. Documental Miniserie de TV. 4 episodios. Serie de cuatro documentales producidos por la BBC, en los que Adam Curtis disecciona la influencia de la psicología de masas y la propaganda en la creación de la sociedad de consumo y el Poder en sí mismo del siglo XX. El documental nos introduce en las entrañas del poder sobre las masas, la publicidad, la propaganda, las relaciones públicas y los medios de comunicación. (FILMAFFINITY)
2 de septiembre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The Century of the Self” es un documental interesantísimo y al tiempo desolador. En cuatro episodios de menos de una hora y con precisión de neurocirujano, o francotirador, Adam Curtis disecciona el proceso de conversión de los ciudadanos en meros consumidores y las consecuencias no sólo devaluadoras, diría incluso trágicas, que ello ha traído para la política y la convivencia.
El punto de partida, o de inflexión si se quiere, lo encontramos, allá por los años veinte del pasado siglo, en la aplicación de los hallazgos del psicoanálisis a la creación de la mercadotecnia moderna por parte de Edward Bernays, sobrino americano de, precisamente, Sigmund Freud. Que la obra más célebre de Bernays lleve por título un ilustrativo “Propaganda” ya da una idea de la catadura moral del personaje.
Desde el pesimismo antropológico que supone considerar al ser humano como un niño caprichoso en vez de la criatura racional de los ilustrados, Bernays apuesta por halagar dichas veleidades y, aún más, fomentarlas sin pudor. En base a lo cual, se promueve un individualismo radical frente a las dinámicas colectivas que habían caracterizado a la democracia de masas. Tal individualismo, degenerado en la egolatría contemporánea del “selfie” y que Curtis no contempla todavía —su documental data de 2002—, resulta mucho más del gusto de unos poderes, tanto fácticos como institucionales, que llevan la máxima “divide y vencerás” hasta sus últimas consecuencias.
El resultado es de sobra conocido y precisamente por ello más dramático: una sociedad despolitizada, poblada de pobres hombres y mujeres vegetando en la creencia de ser únicos, en realidad parte indiscernible de un inmenso rebaño, acrítico y sumiso, cuyo solo cometido en esta vida estriba en comprar, desde café instantáneo hasta los que serán sus gobernantes.
Hacia el final de su cáustica obra, Adam Curtis apunta un problema que, como el del egocentrismo, se ha agravado transcurridos tres lustros. Esto es, lo que ha funcionado de manera inmejorable para el sistema económico capitalista no tiene porque dar tan buenos frutos en la arena política. Y es que, entendido el votante como un párvulo al que se debe mimar de continuo para no perder su favor conlleva, en el menos grave de los casos, la adopción de medidas contradictorias —la anécdota de Tony Blair y los ferrocarriles habla de ello a las claras—, cuando no directamente la caída en el pozo del populismo. De esto último sobran los ejemplos, tanto da el color del cristal con que se miren, o de la bandera en que se envuelvan.
Carorpar
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