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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Documental. Terror Mezclando el documental y la ficción dramática, la película descubre la relación de los hombres de la Edad Media (su actitud y la proliferación de brujos y brujas) con algunas situaciones modernas de los años veinte. Un repaso al mundo del ocultismo, la magia negra y la brujería, a través de varios siglos, para dibujar un panorama que puede resultar tan fascinante como estremecedor. Película parcialmente basada en un manual alemán para ... [+]
12 de marzo de 2018
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“Häxan” es una joya incatalogable cuyo valor se antoja, además, incalculable. Se trata del eslabón perdido de un género, el del documental ficcionalizado, que no acabó de cuajar, el menos en términos de gran cine. Otra cosa son las modestísimas reconstrucciones del Canal Historia antes de que lo abduciera la paranoia OVNI.
Sus detractores, que los tiene —porque, en palabras del torero Lagartijo, hay gente “pa´ tó”— le reprochan el socorrido recurso a la histeria y que no les cause excesivo miedo. Parecen olvidar la datación de la película, 1922, cuando una psiquiatría en pañales intentaba hallar las primeras explicaciones moderadamente racionales a trastornos que hasta no hacía tanto se habían tratado con jarabe de hoguera. En cualquier caso, demandar rigor científico de “Häxan” tiene tanto sentido como exigírselo a “Érase una vez el cuerpo humano”. Asimismo, contar con que, casi cien años después de su estreno, fuera a asustar a nadie razonablemente adulto equivale a esperar impresión similar de un cuento de los hermanos Grimm.
Con estar, insisto, a menos de un lustro de su centenario, “Häxan” hace gala de una modernidad formal asombrosa. Los efectos especiales constituyen un prodigio técnico impensable para la época. De hecho, bastantes de los “trucajes” con que Benjamin Christensen nos hipnotiza durante más de hora y media hubieron de inventarse sobre la marcha.
Por su omnipresente erotismo de raíz sadomasoquista, “Häxan” sienta un precedente, rayano en lo arqueológico, de la “Exploitation” setentera —subtipos “Sex”, “Nuns” y “Mondo”—, al tiempo que encarna un ejemplo dolorosamente ilustrativo de los paraísos de tolerancia habitados por nuestros bisabuelos, comparados con las pacatas y suspicaces sociedades que nos han caído en suerte. Hoy no faltaría el juez que, con la injustificable excusa de la “ofensa a los sentimientos religiosos” admitiría a trámite la querella de cualquier Torquemada de vía estrecha para, a continuación, ordenar el secuestro de todas las copias disponibles.
La galería de frailes mundanos, demonios rijosos y monjas esquizofrénicas que se nos muestra con deleitosa impudicia pre-código Hays se erige en antología bizarra al nivel de las delirantes tablas del Bosco o los jocundos alejandrinos del Arcipreste de Hita.
Carorpar
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