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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
4
Terror Basada en una historia real documentada por los reputados demonólogos Ed y Lorraine Warren. Narra los encuentros sobrenaturales que vivió la familia Perron en su casa de Rhode Island a principios de los 70. El matrimonio Warren, investigadores de renombre en el mundo de los fenómenos paranormales, acudieron a la llamada de esta familia aterrorizada por la presencia en su granja de un ser maligno. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Wan es un individuo- llamarlo director hace flaco favor al, ya de por sí maltratado, séptimo arte- que considera la yuxtaposición de tópicos razón cinematográfica suficiente. Así lo apuntaba ya su insidiosa "Insidious"- me perdonarán el pedestre juego de palabras, estoy a medio café-, y por la misma senda del empacho continúa la deleznable "The Conjuring". Ésta acumula, a bote pronto y sin ánimo sistemático, los motivos siguientes:
1.- Casa encantada con metros cuadrados de sótano como para construir un parking público.
2.- Muñecos, en este caso muñeca, diabólicos. De porcelana irrompible, por supuesto.
3.- Niños de ultratumba. En dos tonos: pálido decimonónico y verde japonesa despeinada.
4.- Posesiones y sus correspondientes exorcismos, contorsiones y levitaciones.
5.- Crucifijos, alzacuellos, latín ("Gallia est omnis divisa in partes tres")
6.- Material audiovisual de revelador revelado. También en las dos modalidades de rigor: una vez más, la ineludible decimonónica, sepia y ojerosa; y la contemporánea, infestada de espíritus con ganas de salir en la foto.
7.- Un lago para ahogarse y un árbol para ahorcarse. De lo más a mano, oiga.
Para qué seguir. Nomás les propongo un juego: intenten que los siete ítems recién apuntados no les remitan a otras tantas decenas de películas de terror que, a diferencia de ésta, sí dan miedo. Porque a este sufrido espectador y crítico aficionado lo único que aterroriza del expediente Warren es que a James Wan le permitan volver a ponerse tras una cámara, siquiera la del iphone.
Sólo Vera Farmiga, pese a sus ridículas visiones, sobrevive a un naufragio en el que ni la ambientación setentera, uno de los, a priori, puntos fuertes de la cinta, está conseguida. Todo cruje a cartón piedra, desde las interpretaciones (al taco de madera Patrick Wilson se suman la baldosa Ron Livingston y la bata con cara Lili Taylor) hasta el cutre maquillaje con que se pretende... la verdad, no sé qué se pretende. No ya con el maquillaje, sino con la película toda.
Carorpar
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