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Voto de Maldita Fiera:
10
7,9
171.664
15 de noviembre de 2006
42 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
American Beauty transforma al espectador en un voayeur, y tal parece a todos nos gusta ese papel.
Sam Mendes es uno de los directores postulantes al podio de las operas primas de la historia del cine (superado por Orson Welles y quizás algún otro).
Sam Mendes junto a su guionista Alan Ball (creador de la celebre serie Six feet under) desnuda la vida de los barrios residenciales y la vida aristocrática.
La belleza americana que se muestra parte del American way of life, el estilo de vida donde reina el dinero y el afecto pasa a segundo plano, parte además de la crisis de los cuarenta quien es magistralmente por el insuperable e inolvidable genio interpretativo de Kevin Spacey (ningún halago podrá hacerle justicia nunca a su interpretación como Lester, no solo ganó un oscar por esta película, ganó un lugar en la historia).
Es la historia de un hombre que quiere recuperar, por sobre todas las cosas, la libertad que ha perdido haciendo el papel de padre y esposo y frente a su trabajo, pero a mitad de viaje entre la realidad y el deseo va desnudando una vida mediocre, una familia mediocre, donde la felicidad ya es palabra olvidada y nos muestra que se mantiene como idea pues en la realidad ya no existe mas.
El guión de Alan Ball es absolutamente delicioso que ya nos impacta y nos llena desde el comienzo, aun no olvido las primeras palabras en off por el personaje de Spacey: ?Tengo 42 años. En menos de un año estaré muerto. Por supuesto, yo todavía no lo sé, pero en cierto modo yo ya estoy muerto?. El narrador de la historia es en primera persona y claro, está muerto.
Luego de la secuencia de presentación del barrio y de la casa del protagonista se suceden una a una deliciosas escenas de alto nivel interpretativo con un humor negro, ácido y socarrón, la película pertenece al género tragicómico y lo más destacable es que funciona perfectamente tanto como comedia o como drama.
El entrañable reparto lo completan una extraordinaria Annette Bening en el papel de su esposa Carolyn (una agente inmobiliaria solo preocupada por la vida material) y Thora Birch como su hija (que busca escaparse de su casa) y en la familia vecina Chris Cooper (un militar retirado en un papel de duro, rayando el fascismo), Allison Janney (la esposa reprimida) y Wes Bentley (el chico extraño que ve todo a través de su cámara).
Antes de ver la película pensé que se trataba nuevamente de una versión libre de la historia de Lolita de Vladimir Nabokov por eso no me esperaba tantas historias paralelas. Creo que se trata de esas películas que al verla por segunda vez es cuando se le ve completamente su valor.
Sam Mendes no solo nos convierte en voyeures sino también nos lleva a formar parte de la familia.
Sam Mendes es uno de los directores postulantes al podio de las operas primas de la historia del cine (superado por Orson Welles y quizás algún otro).
Sam Mendes junto a su guionista Alan Ball (creador de la celebre serie Six feet under) desnuda la vida de los barrios residenciales y la vida aristocrática.
La belleza americana que se muestra parte del American way of life, el estilo de vida donde reina el dinero y el afecto pasa a segundo plano, parte además de la crisis de los cuarenta quien es magistralmente por el insuperable e inolvidable genio interpretativo de Kevin Spacey (ningún halago podrá hacerle justicia nunca a su interpretación como Lester, no solo ganó un oscar por esta película, ganó un lugar en la historia).
Es la historia de un hombre que quiere recuperar, por sobre todas las cosas, la libertad que ha perdido haciendo el papel de padre y esposo y frente a su trabajo, pero a mitad de viaje entre la realidad y el deseo va desnudando una vida mediocre, una familia mediocre, donde la felicidad ya es palabra olvidada y nos muestra que se mantiene como idea pues en la realidad ya no existe mas.
El guión de Alan Ball es absolutamente delicioso que ya nos impacta y nos llena desde el comienzo, aun no olvido las primeras palabras en off por el personaje de Spacey: ?Tengo 42 años. En menos de un año estaré muerto. Por supuesto, yo todavía no lo sé, pero en cierto modo yo ya estoy muerto?. El narrador de la historia es en primera persona y claro, está muerto.
Luego de la secuencia de presentación del barrio y de la casa del protagonista se suceden una a una deliciosas escenas de alto nivel interpretativo con un humor negro, ácido y socarrón, la película pertenece al género tragicómico y lo más destacable es que funciona perfectamente tanto como comedia o como drama.
El entrañable reparto lo completan una extraordinaria Annette Bening en el papel de su esposa Carolyn (una agente inmobiliaria solo preocupada por la vida material) y Thora Birch como su hija (que busca escaparse de su casa) y en la familia vecina Chris Cooper (un militar retirado en un papel de duro, rayando el fascismo), Allison Janney (la esposa reprimida) y Wes Bentley (el chico extraño que ve todo a través de su cámara).
Antes de ver la película pensé que se trataba nuevamente de una versión libre de la historia de Lolita de Vladimir Nabokov por eso no me esperaba tantas historias paralelas. Creo que se trata de esas películas que al verla por segunda vez es cuando se le ve completamente su valor.
Sam Mendes no solo nos convierte en voyeures sino también nos lleva a formar parte de la familia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Los sueños de Lester se transforman en nuestros sueños, transpiramos con sus fantasías, la crisis de edad que sufre comienza al ver a la amiga de su hija llamada Angela (Mena Suvari) en un partido de baloncesto. Las fantasías eróticas se encuentran a flor de piel y los pétalos de rosas son la forma estética más brillante que he visto de representarla.
Lester cuenta que el mejor momento del día es cuando se masturba al ducharse por la mañana. Esto nos muestra la insatisfacción que se esconde detrás del sueno americano, tiene todo en el aspecto material pero no logra conectarse con su vida y sentirse satisfecho, ni mucho menos feliz.
La vida marital se descompone con cada aniversario, ya no tienen una vida sexual activa dentro del matrimonio es así que Carolyn busca por fuera y Lester se satisface en la ducha. La mejor escena de este caos matrimonial se produce cuando Lester se compra un auto (acción típica aristocrática de la crisis de la edad) y llega a su casa y comienza a discutir con su esposa, primero por el auto y luego (en un dialogo surrealista) por el sofá del living, adoro esta escena.
Lester incursiona en las drogas (que le vende su vecino y novio de su hija), dice que extraña escuchar Pink Floyd y el rock de su juventud. La crisis de los cuarenta consiste en querer volver a los veinte y Spacey interpreta magistralmente este oscilar entre adulto y adolescente.
Algo que aun sigo sin entender es como una simple escena donde vemos una bolsa de nylon ser movida por el viento puede habernos dejado estupefactos y llenado tanto el alma. Logra dejarnos a millones de espectadores como idiotas siguiendo la bolsa sin perderla de vista, pero es una escena tan poética como conmovedora que no podemos evadirla.
La única familia que parece feliz del barrio es la pareja de dos homosexuales, pero Mendes juega con el humor negro y proyecta al ex coronel Fitts diciendo que son la familia menos normal de todas. Pues tal parece que no después de ver la suya propia y la de familia de Lester.
Lester cuenta que el mejor momento del día es cuando se masturba al ducharse por la mañana. Esto nos muestra la insatisfacción que se esconde detrás del sueno americano, tiene todo en el aspecto material pero no logra conectarse con su vida y sentirse satisfecho, ni mucho menos feliz.
La vida marital se descompone con cada aniversario, ya no tienen una vida sexual activa dentro del matrimonio es así que Carolyn busca por fuera y Lester se satisface en la ducha. La mejor escena de este caos matrimonial se produce cuando Lester se compra un auto (acción típica aristocrática de la crisis de la edad) y llega a su casa y comienza a discutir con su esposa, primero por el auto y luego (en un dialogo surrealista) por el sofá del living, adoro esta escena.
Lester incursiona en las drogas (que le vende su vecino y novio de su hija), dice que extraña escuchar Pink Floyd y el rock de su juventud. La crisis de los cuarenta consiste en querer volver a los veinte y Spacey interpreta magistralmente este oscilar entre adulto y adolescente.
Algo que aun sigo sin entender es como una simple escena donde vemos una bolsa de nylon ser movida por el viento puede habernos dejado estupefactos y llenado tanto el alma. Logra dejarnos a millones de espectadores como idiotas siguiendo la bolsa sin perderla de vista, pero es una escena tan poética como conmovedora que no podemos evadirla.
La única familia que parece feliz del barrio es la pareja de dos homosexuales, pero Mendes juega con el humor negro y proyecta al ex coronel Fitts diciendo que son la familia menos normal de todas. Pues tal parece que no después de ver la suya propia y la de familia de Lester.