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Voto de kiss_army:
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Drama
Léo Lauzon es un niño que vive en un humilde barrio de Montreal, atrapado en una sórdida existencia. Cada noche intenta evadirse por medio de los recuerdos, los sueños y su desbordante imaginación, pero la cruda realidad familiar interrumpe siempre sus fantasías: tiene un padre obsesionado por la salud intestinal de toda la familia, un hermano culturista que vive preso del miedo, dos hermanas que padecen trastornos mentales, un abuelo a ... [+]
30 de junio de 2009
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Léolo no le gusta su entorno. No es para menos ya que éste es exageradamente sórdido. A Léolo tampoco le gusta su padre; es un obeso bastante repugnante obsesionado con la mierda (literalmente). A Léolo no le puede gustar nada de esto porque es un niño soñador; pero precisamente, como es un niño soñador poco le importa su entorno, poco importan su padre o su disfuncional familia. Aunque su familia entera se vuelva loca él no. Porque sueña. Porque sueña no está loco. Y entonces su entorno es verde e idílico; y su padre es un campesino italiano; su apellido no es Lauzon sino Lozone; y Bianca, su amor, su único amor, canta como los ángeles.
Léolo tiene un libro y está solo. Léolo escribe y aunque está solo alguien lee lo que escribe. Poco importa que ese viejo domador de palabras nazca de su imaginación: éste recoge, lee y colecciona sus palabras, y eso es lo verdaderamente importante. Así esas palabras no son lanzadas al vacío. Léolo además está en deuda con el domador, pues éste, inconscientemente le regaló su libro, su único libro, dejándolo debajo de la pata de una mesa.
Tom Waits canta "Cold cold ground", unos tales Rolling Stones también meten ruido, y mientras, Léolo sueña que su amada vecina Bianca no se somete a las perversiones de su abuelo a cambio de dinero o que su hermana es una reina mientras su familia al completo va hundiéndose en una demencia irremediable.
Léolo tiene un libro y está solo. Léolo escribe y aunque está solo alguien lee lo que escribe. Poco importa que ese viejo domador de palabras nazca de su imaginación: éste recoge, lee y colecciona sus palabras, y eso es lo verdaderamente importante. Así esas palabras no son lanzadas al vacío. Léolo además está en deuda con el domador, pues éste, inconscientemente le regaló su libro, su único libro, dejándolo debajo de la pata de una mesa.
Tom Waits canta "Cold cold ground", unos tales Rolling Stones también meten ruido, y mientras, Léolo sueña que su amada vecina Bianca no se somete a las perversiones de su abuelo a cambio de dinero o que su hermana es una reina mientras su familia al completo va hundiéndose en una demencia irremediable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Que una minúscula piscina sea un océano lleno de tesoros dispuestos a ser descubiertos no significa que no exista la decepción. Que tu hermano se haya convertido en 100 kilos de puro músculo no significa que no le pueda dar una ostia el tío que ya lo hizo cuando pesaba 60. Y quizá no es que Léolo no esté loco porque sueña; sino que sueña precisamente para no volverse loco. La realidad, los hechos concretos (por ejemplo el miedo en el caso de su hermano) se imponen, y si estás rodeado de mierda tarde o temprano acabarás hundido en ella. Y eso le ocurre a Léolo. Como buen Lauzon (que no Lozone) acaba en el psiquiatrico, porque a pesar de soñar también está loco. Y eso duele. A nadie le gusta reconocer que el sueño a terminado. Pero... ¿quién sabe?; quizá Léolo acabe instalado para siempre en ese sueño idílico; pude que ahora esté corriendo agarrado de la mano de Bianca por los verdes campos de la Toscana. Al menos así es como me gusta imaginármele.
La película no tiene un hilo argumental definido, más bien es un retrato de Léolo ofrecido en forma de una sucesión de estampas que presentan su decadencia, su caida a la locura, la desesperanza, la desolación que supone que la realidad acabe imponiéndose y desbarate nuestros sueños violentamente, como un castillo de naipes, dejándonos desamparados, pues siempre la imaginación será más hermosa que la realidad. Por eso Léolo es una película necesaria; porque a pesar de todo, además de amarga es hermosa. Y esto es algo que no se puede decir de muchas películas, a pesar de tener éstas un envoltorio mucho más luminoso y deslumbrante. Pero una vez quitado su precinto de luces de neón no queda sino la nada más absoluta. Léolo puede ser sucia, cruda, terrible, descorazonadora, como hecha por un Jeunet sórdido y escatológico; pero no se le puede negar su arrebatadora belleza. Decía un personaje de Oscar Wilde algo así como: "todos estamos en la cloaca, pero algunos de nosotros miramos a las estrellas". Léolo vive en la cloaca más inmunda, pero vive absorto en las estrellas más inalcanzables. Qué pena que esto no le sirva para evitar la locura, la caída en el abismo. Película desoladora y hermosa: poco más se puede añadir.
La película no tiene un hilo argumental definido, más bien es un retrato de Léolo ofrecido en forma de una sucesión de estampas que presentan su decadencia, su caida a la locura, la desesperanza, la desolación que supone que la realidad acabe imponiéndose y desbarate nuestros sueños violentamente, como un castillo de naipes, dejándonos desamparados, pues siempre la imaginación será más hermosa que la realidad. Por eso Léolo es una película necesaria; porque a pesar de todo, además de amarga es hermosa. Y esto es algo que no se puede decir de muchas películas, a pesar de tener éstas un envoltorio mucho más luminoso y deslumbrante. Pero una vez quitado su precinto de luces de neón no queda sino la nada más absoluta. Léolo puede ser sucia, cruda, terrible, descorazonadora, como hecha por un Jeunet sórdido y escatológico; pero no se le puede negar su arrebatadora belleza. Decía un personaje de Oscar Wilde algo así como: "todos estamos en la cloaca, pero algunos de nosotros miramos a las estrellas". Léolo vive en la cloaca más inmunda, pero vive absorto en las estrellas más inalcanzables. Qué pena que esto no le sirva para evitar la locura, la caída en el abismo. Película desoladora y hermosa: poco más se puede añadir.