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Voto de Tomás Jeckyll:
8
Thriller. Drama Madrid, verano de 2011. Crisis económica, Movimiento 15-M y millón y medio de peregrinos que esperan la llegada del Papa conviven en un Madrid más caluroso, violento y caótico que nunca. En este contexto, los inspectores de policía Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) deben encontrar al que parece ser un asesino en serie cuanto antes y sin hacer ruido. Esta caza contrarreloj les hará darse cuenta de algo que nunca ... [+]
15 de marzo de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer que estamos poniendonos las pilas con el cine en España. El pistoletazo de salida lo pegaba Alejandro Amenabar allá por el 96 con su debut cinematográfico y la que a día de hoy se ha convertido en una de las mayores películas de culto del thriller español, y me atrevería a decir que universal: TESIS. Pero no fue el único. Tras un segundo largometraje (Abre los ojos), que también hizo las delicias de los amantes del género, siguieron títulos de varios directores como, Intacto de Juan Carlos Fresnadillo, Celda 211 de Daniel Monzón. O una más que impresionante obra: La is la mínima de Alberto Rodríguez Librero.

Si, en España se están haciendo muy buenos thrillers. Y esta cinta no es menos.

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Recuperando ese aire algo deprimente y lúgubre muy propio del mismísimo David Fincher, la historia nos lleva a las oscuridades de los deseos más bajos. Inspirada vagamente en una historia real. Nos pone en escena a dos policias interpretados por Antonio de la Torre y Roberto Álamo. Las comparaciones son odiosas y hay que salvar distancias. Pero no puedo evitar que esta puesta en escena me recuerde un pelín a Se7en. Tenemos a dos policías muy distintos, dos personajes que a priori chocan en todos los aspectos. Pero que hacen muy bien su trabajo. Quizás aquí me chirrie un poco el guión, ya que sus personalidades andan un poco exageradas. Aunque principalmente Roberto Álamo hace un papel impresionante. Es lógico que se haya llevado el Goya a mejor actor principal por este papel.

La fotografía no es la própia de este tipo de historias, es muy luminosa y, aunque el director la defiende como "algo diferente dentro del género", lo cierto es que si hubiese tirado hacia terrenos un poco más ortodoxos y puesto algunas sombras, habría funcionado aun mejor.

Como digo, los papeles andan un poquito exagerados, pero funciona perfectamente. Y con 125 minutos de duración, se hace incluso corta. Merece la pena gastarse el dinero e ir a verla al cine y así contribuir para que sigamos teniendo cine de este nivel en nuestro páis.
Tomás Jeckyll
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