22 años después de la mítica “Tron” Disney saco de la recámara está segunda parte para reflotar una empresa que no pasa por sus mejores momentos desde la entrada de Pixar en la animación y de las poco películas con actores reales realizadas en los últimos años.

Como un videojuego viejo y repetitivo remitiéndose a pensamientos pseudo-filosóficos de que siempre el ser humano es el culpable de todos los males de la humanidad retoma el mismo formato que la primera pero con mejor tecnológica (y, por tanto, con menos encanto), con un Jeff Bridges recién ganado el Oscar haciendo uno de los papeles que le lanzó a la fama (los momentos que recrean a Bridges de joven mediante el ordenador son sonrojantes), Olivia Wilde la cual le cuesta mucho quitarse el manto del personaje de 13 que realiza en House y un actor como Garrett Hedlund que intenta hacer lo que puede en su gran oportunidad para ser una Star-system.

La música de Daft Punk no hace sí no que el cansancio del filme sea machacón y sí es verdad que en muchos videojuegos o películas la música es importante y una parte más de la historia aquí hastía y te ganas de poner los subtítulos y olvidarte del sonido de fondo.

Una fallida, como tantas, segundas partes, alimenticia y con ganas de retomar triunfos ya olvidados en la mente de los espectadores.