Efectivamente, es inverosímil que una ex novia muerta acabé con un matrimonio, más si lleva 45 años muerta, más si ya lo estaba cuando los dos esposos se conocieron. Por supuesto, la ex novia muerta no acaba con nada. Lo que la película cuenta es la extraña, compleja y perversa construcción mental que elabora la mujer (Charlotte Rampling) para poner fin a su matrimonio y de paso cargarse su vida entera y la de su marido juntos.

Para mi es evidente que el matrimonio ya estaba muerto antes de recibir la fatídica carta. El amor pasión, que todo el mundo quiere, exige una energía extraordinaria y el amor corriente, tal y como lo hemos configurado los humanos, a imagen y semejanza del amor pasión, una energía notable también. En el film, él ha sufrido problemas de corazón, ya no es el hombre que era. Ella pasea sola. Él se cansa enseguida, no puede ni hacer el amor. Ella, nos cuentan en el film, se casó con él por qué él era un hombre apasionado. Ella está aún ágil, delgada y hermosa para su edad, pero él es ya un viejo. Ella no se ha cuestionado si su amor ha muerto o no y se resigna a pasear sola y a cuidar de su marido, cree que aun le ama, pero... Y él está resignado también porque no le queda otra. En este contexto llega la carta.

A partir de la carta la mujer inicia un proceso de auto engaño y auto flagelación, con preguntas, indagaciones y conclusiones sin sentido, para auto convencerse de que no es ella la que ha dejado de querer a su marido (cosa normal y totalmente lógica atendiendo las circunstancias y sin circunstancias también ) si no que ha sido su marido el que la ha engañado durante 45 años, hacerle sentir culpable a él de una infidelidad emocional y permanente que sólo ha ocurrido en su cabeza enferma y así justificar ante ella misma el final de su amor. Lo malo es que con su construcción mental errónea y enferma no sólo se carga su matrimonio, sino que además se carga el sentido de su vida entera en pareja, 45 años,o sea toda su vida adulta. Él, naturalmente, no puede hacer nada ante esa avalancha de sentimientos y conclusiones erróneas. Está sin energía, pero aunque la hubiera tenido tampoco, creo, aunque ahí hubiera tenido una oportunidad en el supuesto que él la quisiera. Éste proceso sensacional de auto engaño y auto justificación errónea y sin sentido es el que nos cuenta el film.

Una versión descomunal, compleja y sutil, de la eterna queja: “Te he dado los mejores años de mi vida... y mira como me pagas”. Basta ya con esta frase criminal y terriblemente injusta. Si acaso: “nos hemos dado el uno al otro los mejores años de nuestras vidas” o, mejor aun, “Ha sido muy hermoso mientras ha durado y ahora infelizmente acabó, pero podemos separarnos con bellos recuerdos y sin amarguras”. Sin culpables, sin cárgate tu vida entera. Eso seria lo lógico, pero lo lógico no pasa nunca. Ni en la vida ni en las películas. Demasiado limpio y fácil. Somos perversos y endiabladamente complicados, como nos muestra maravillosamente el film.