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España España · Barcelona
Voto de Willis:
7
Drama A pocos meses de las olimpiadas de Barcelona 92, la selección española de waterpolo tiene todos los números para pasar sin pena ni gloria. No están preparados y necesitan un golpe de efecto si no quieren hacer el ridículo jugando en su propia casa. Ese revulsivo llega en forma de nuevo entrenador con fama de duro y técnicas de trabajo más que cuestionables. Por si fuera poco, la selección cuenta con dos líderes enfrentados por su manera ... [+]
6 de septiembre de 2022
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribió Truman Capote, que cuando Dios te concede un don en una mano, en la otra mano te pone un látigo que sirve solamente para autofustigarte. Lo dijo para la gracia de la escritura, de la literatura,pero me parece que la frase sirve para cualquier otro don.

Dicho esto, creo que cualquier aficionado al deporte en general lo pasará en grande viendo 42 segundos. No importa que uno apenas sepa nada de waterpolo, ni tampoco de lo que aconteció en Barcelona 92 y en Atlanta 96, con la mejor selección española de todos los tiempos en este campo. La película cuenta lo suficiente para que uno se meta a fondo en la historia, sin embargo, encontré a faltar algunos datos que creo cualquier aficionado al deporte hubiera agradecido. Seguramente la película funciona perfectamente sin ellos, no obstante, si se quiere ahondar un poco más, ahí van algunas pistas.

Manel Estiarte. Estamos hablando del llamado “Maradona del waterpolo”. Estiarte fue elegido mejor jugador del mundo 7 años seguidos, de 1986 a 1992, ahí es nada. Jugaba en Italia porque allí se valoraba el waterpolo, la liga tenía más nivel y lógicamente se ganaba más dinero. Manel no es muy alto (1,75) flaco y ligero (62 kilos), según la wikipedia, un físico muy alejado del armario que se supone debe ser un jugador de waterpolo, pero casi increíblemente era un jugador único e imparable, con un lanzamiento excepcional, y siempre era el máximo goleador allí donde jugaba.
Pedro Garcia Aguado. La otra gran estrella de la selección. 1,93 cm y 100Kg de músculo, una roca, imbatible e imprescindible, como dice en el film su entrenador cuando se da cuenta que no lo puede echar del equipo sin que todo el proyecto se vaya al traste. Aunque en el film no se acaba de entender el porqué, pues vemos a Manel y a Pedro con un físico parecido, cuando no tenían nada que ver, pues eran David y Goliat.
El acierto directivo y el mito yugoeslavo. Pues sí, siempre tienen que darse muchas circunstancias favorables para que un equipo o una selección lleguen a ser los mejores del mundo. El waterpolo en esa época, era cosa de los clubs catalanes, y aun lo sigue siendo. El acierto de los directivos fue dinamitar ese monopolio acomodaticio y dar entrada a jóvenes jugadores, la mayoría madrileños, que venían de ganarlo todo en categorías inferiores. Estos jugadores eran muy buenos técnicamente, fuertes y ambiciosos, la mayoría ya vivían en Barcelona becados por la Residencia Blume, y tenían en tormo a los 20 años (Estiarte tenía 30 ). Esa mezcla de juventud y experiencia y el cambio de esquema fueron fundamentales. Luego se buscó a un entrenador que era un ogro despiadado. En esa época existía el mito yugoslavo. Los yugoeslavos nos ganaban en todo, nos apabullaban en baloncesto y balonmano, eran más fuertes, más disciplinados, y competitivos en un grado que aquí nos dejaba atónitos. Si te tocaba un entrenador yugoslavo sabias que ibas a sudar sangre. Si no mueres en el intento serás más fuerte, sin duda. Cuando Dragan suelta sus crueldades creo que en la sala era el único que me reía, pero mi risa respondía a la perplejidad de: “como se puede ser tan hijo de la gran puta con esa naturalidad “.

Creo que hay que saber estas cosas antes de ver la película, pues, aunque ahí se cuentan, a mi parecer no se cuentan del todo o no se cuentan del todo bien. Aunque pude ser también que haya demasiado para contar, y que tanto Estiarte, como Garcia Aguado, como Jesús Rollan (el portero de la selección al que apenas se menciona) merezcan una película cada uno para ellos solos.

Acabo. La película está dignísimamente rodada, no aburre con las escenas propiamente deportivas, y está más que correctamente interpretada por los dos personajes principales, centrándose, acertadamente, en la personalidad de los dos líderes, en sus traumas personales y conflictos, y a mi modo de ver, en la forma ejemplar con la que saben superar unas diferencias que parecían en principio irreconciliables.

Para disfrutar del mejor cine de deportes, sin importar de que deporte se trate.
Willis
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