Desde el primer plano hasta el último, Wong Kar-Wai se olvida de todo pensamiento lógico y va directo a la emoción. En esta película es la viscera quien se ocupa de la narrativa, no así el intelecto. Una relación amorosa con toques a lo nouvelle vague, un erotismo de extremos opuestos y una belleza pictórica incluso en el más mínimo detalle hacen que esta película supere el apelativo de film para convertirse en una experiencia sin paliativos.
El único pero, aunque esto quizás sea debido al puntillismo personal, es la excesiva repetición de la banda sonora que, si bien raya el nivel de hermosura expuesto por la imagen, puede convertirse en cansina y esperable.
Altamente recomendable siempre y cuando uno sea capaz de dejarse llevar por las emociones y abstraerse de cualquier pensamiento lógico. A veces da la impresión de estancarse, pero... ¿Se estanca la película o verdaderamente es una certera descripción de los vaivenes del (des)amor? Personalmente, abogo por lo segundo.

Magnífica la utilización de la lluvia como elemento externo que lanza la unión de las psiques de la pareja. Recuerda en algo a aquello de "yo soy yo y mis circunstancias"...
Ojo a los pequeños y violentos travellings que empujan a los personajes a tomar decisiones. Lejos de hacer evidente la mano del director, convierten lo visual en emocional. Toda una lección de cuando y cómo mover la cámara sin salirse de la historia.