No soy mucho de ir al cine, quizás una vez al año que el bolsillo no esté para muchos trotes. Espero sentadito en el sofá a que echen la peli de turno y la veo, sin toses ni ruido de bolsa de patatas fritas abriéndose.
El otro día echaron John Carter. Ya ni me acordaba que existía, con tantas cosas que uno ve. Me encantó. Una historia de las que me gustan a mi, mezclando realidad y fantasía, dos mundos lejanos entre si pero con muchas cosas en común.
No le falta de nada, tiene al héroe, a la chica, a los malos que luego son buenos, al malo malísimo y al secundario aún más malvado, todo ello aderezado con efectos especiales, lenguas extrañas y lugares épicos.
Tiene la cantidad suficiente de azúcar y sal, y capacidad de ir al grano y emocionar como para superar a la saga Star Wars, y sobre todo a un sobrevalorado Avatar con el que eso sí, me eché una buena siesta.