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Voto de Jaeger477:
8
Comedia. Drama Después de un día de audiciones a actrices para la obra que va a presentar, Thomas se lamenta de la mediocridad de las candidatas; ninguna tiene la talla necesaria para el papel principal. En ese momento llega Vanda, un torbellino de energía que encarna todo lo que Thomas detesta: es vulgar, atolondrada y no retrocedería ante nada para obtener el papel. Pero cuando Thomas la deja probar suerte, queda perplejo y cautivado por la ... [+]
26 de febrero de 2014
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es todo un espectáculo y un estímulo para el que aquí escribe reencontrarse periódicamente con Roman Polanski. Es de esos autores con una impronta propia y un cosmos particular que te contagia su visión de un ser humano polarizado en sus obsesiones e inerme a la hora dar sentido a sus actos y sus decisiones.

Los que no conozcan su obra pueden verse algo decepcionados después de esa brillante sátira sobre los roles paternos que fue “Un dios salvaje”. Pero este es un Polanski mucho más puro, un Polanski que de hecho vuelve a sus orígenes y ofrece la versión más clásica y desinhibida de sus temores.

En “La Venus de las pieles” Polanski vuelve a exorcizar sus demonios a través de una compleja y la vez simple trama que nos habla de fetichismo, sadomasoquismo, dominancia, humillación y de ese poder casi divino que le otorga a la mujer en muchas de sus películas. En este aspecto en concreto tal vez sea su película más representativa.

Basada en una obra de teatro de David Ives el franco-polaco vuelve a llevar a los extremos sus personajes en un duelo de géneros que sería casi anecdótico decir quién va a ganar. Aquí se nos narra, o mejor dicho se nos expone, un peculiar y bizarro encuentro. Una locuaz y algo torpe aspirante a actriz se presenta tarde en un teatro para una audición; tras los intentos fallidos de las anteriores candidatas el autor de la obra se verá sorprendido al ver que esta atractiva mujer no es lo que realmente parece.

Notable es el uso del metalenguaje escénico, esta vez impulsado por el poder de persuasión de sus actores, la inteligente distribución del espacio físico, los acertados juegos de luces y sombras y una deliciosa banda sonora de Alexandre Desplat que se mueve entre lo guiñolesco y el divismo que inspira su personaje femenino.

Guión tramposo y hábilmente articulado en el que se cumple una de las máximas del autor: su protagonista ha de vivir su personal purgatorio para llegar a la redención sino definitiva casi. Y el hilo conductor vuelve a ser la transfiguración de éste hasta convertirlo en ese ser endeble y grotesco que es la imagen reconvertida de él mismo.

Enfermiza, subyugante y perversa. Hilarante en la plasmación de la transferencia y la contratransferencia, autodestructiva, autoparódica. Todo un cocktail explosivo en el que brilla una Emmanuelle Seigner que hechiza a la cámara y al espectador en cada plano en el que se presenta, pareciendo vivir una segunda juventud.

Puro Polanski, en definitiva. Y, como ya hiciera en películas como “El quimérico inquilino”, el director se proyecta hasta el límite en su protagonista masculino convirtiendo a éste, un descafeinado Mathieu Amelric, en su alter ego. No es tampoco casual su parecido físico.

Una película pues que recoge lo mejor de este genio: su sentido despiadado e inmisericorde de la naturaleza humana y, en especial, de la especie masculina, y ese regusto por explotar los placeres más prohibidos del hombre. Al fin y al cabo sus demonios son también los nuestros aunque para nosotros son inconfesos.
Jaeger477
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