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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
8
Comedia. Drama Pepa e Iván son actores de doblaje. Él es un mujeriego empedernido y, después de una larga relación, rompe con Pepa: le deja un mensaje en el contestador pidiéndole que le prepare una maleta con sus cosas. Pepa, que no soporta vivir en una casa llena de recuerdos, decide alquilarla. Mientras espera que Iván vaya a recoger la maleta, la casa se le va llenando de gente extravagante de la que aprenderá muchas cosas sobre la soledad y la locura. (FILMAFFINITY) [+]
6 de febrero de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
De un piso de VPO en el extrarradio madrileño a un lujoso y espacioso ático con terraza en la calle O´Donell. Si hay un título que marca un antes y un después en la trayectoria cinematográfica de Pedro Almodóvar, ése no es otro evidentemente que Mujeres al borde de un ataque de nervios. El film supone un salto cualitativo en la obra de nuestro cineasta vivo más internacional (empezará a serlo precisamente a partir de entonces). La idea de que el manchego es algo más que un producto coyuntural de la movida se consolida en "Mujeres... "Justo cuando los ecos de aquellos años locos comienzan a acallarse, Almodóvar siente la necesidad de reinventarse y de, sin perder su esencia, demostrar que es capaz de ir más allá. De hacer una comedia sofisticada, por ejemplo. La postmodernidad se construye partiendo de una tradición previa, y nada de esto se consigue sin una sólida formación artística y cinéfila detrás. Y Pedro la tiene. Con Mujeres… es hora también de poner en marcha el retrovisor para, volviendo atrás la vista, comprobar esa vena surrealista y buñueliana que fluye a través de todos y cada uno de los fotogramas de "¿Qué he hecho yo para merecer esto?" o el atisbo de vodevil clásico que se adivina tras "Laberinto de pasiones" o incluso "Pepi, Luci Boom". Almodóvar descubre, y nos hace descubrir, que no hay nada más pop que el chillón de los colores que bañan las elegantes comedias de Vincent Minelli o que tiñen de rojo pasión los melodramas desaforados de Douglas Sirk.

Y no es sólo una cuestión estética. En el fondo, Mujeres al borde de un ataque de nervios es un señor melodrama, lo es al menos su argumento central, la historia sin futuro y sin esperanzas de Pepa e Iván, mirándose en el espejo de Vienna y de Johnny. Sin embargo, es la irrupción de subtramas accesorias la que arrastra al film hacia lo que definitivamente es, los personajes secundarios se amotinan en el loft y en la vida de la protagonista para convertir la tragedia en una comedia disparatada. Tal vez, por aquello de que la primera es la segunda más tiempo y perspectiva, apenas notamos la transición, o al menos la asumimos con sumo deleite y de un modo natural. “Miénteme y dime que me quieres”- “Sí, hombre, ya me gustaría a mí mentir, pero soy testiga de Jehová, y las testigas de Jehová no podemos mentir”.

Y es que si por algo esta película nos lleva la sonrisa a los labios con sólo menncionar su nombre es por su impagable galería de personajes que entran y salen continuamente de plano (la portera Chus, el taxista Montesinos, la perseguida Barranco, la vengativa Manver…). Almodóvar se revela como un magnífico director de actores, pero sobre todo de actrices. El elenco de mujeres brilla a gran altura, desde las ya consagradas Maura y Serrano hasta las entonces desconocidas Barranco y De Palma. Y todo dentro de un guión medido al milímetro en el que todo fluye con una espontaneidad asombrosa. A fecha de hoy continúa siendo quizá la película más equilibrada de su autor (y por ello la que más sigue apreciando el que firma estas líneas aún después de tanto tiempo y tantas películas). Mucho se le ha reprochado a ese excelente guionista que es Pedro Almodóvar esa tendencia al desequilibrio que le impide redondear aún más sus obras. Que lo cómico y lo frívolo se adueñen del drama cuando no toca hasta hacerle perder casi el sentido. Y eso es algo que no se nota en el film que nos ocupa, o cuando menos no chirría tanto como en otras ocasiones. En realidad, no chirría nada.

Eso es porque, el cine, hacer una película, es como hacer un gazpacho. No sólo hay que contar con los ingredientes necesarios, sino también saber administrarlos en la dosis justa. Si te pasas con el ajo y el pepino, ya se saben las consecuencias. En "Mujeres…", Almodóvar tuvo en su mano la receta para hacer la comedia perfecta, y supo combinar los ingredientes con maestría. Prueben y repitan cuanto quieran. El plato sigue siendo una auténtica delicatessen.
Juan Solo
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