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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Comedia. Romance. Drama Un matrimonio estadounidense acude al Festival de cine de San Sebastián por trabajo de ella. El marido, Mort, sospecha que su mujer está teniendo un affaire con un joven y aclamado director de cine francés. Pero su preocupación disminuye cuando se encapricha de una atractiva médico española que le trata en una consulta. (FILMAFFINITY)
9 de octubre de 2020
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Rifkin´s festival” me ha gustado. Ya está. Ya lo he dicho. Últimamente parece que para hablar bien de Woody Allen haya que pedir perdón primero, y francamente no estoy por la labor. Como alleniano de toda la vida me siento casi obligado a defender este proyecto que nació con el pie torcido y que ha salido adelante a pesar de los pesares. El resultado, sí, es un Allen perezoso, festivo, menor, y todas esas cosas que se han dicho, pero al fin y al cabo un Allen; y por muy perezosa, festiva y menor que sea, una película con el sello Allen sigue garantizando aún hoy destellos de inteligencia e ingenio.

“Rifkin s festival” se abre y se cierra en la consulta de un psicoanalista, todo un cliché en el cine de su autor, pero también en este caso toda una declaración de intenciones de lo que en realidad es la película. Wallace Shawn compone uno de los alter ego allenianos más potentes de la obra reciente del neoyorkino en lo que sin duda es una puesta al día de sus propias “stardust memories”. En los últimos años, Woody disfraza de comedias ligeras sus reflexiones de siempre, en torno a la pareja, en torno al cine y por supuesto en torno a la muerte.

Todo resulta demasiado obvio en “Rifkin´s festival” sin que ello suponga una molestia, más bien al contrario. Es posible que por momentos haya alguna concesión al trazo grueso – Sergi López y Elena Anaya tirándose los trastos a la cabeza remedando las no muy lejanas en el tiempo broncas barcelonesas de Bardem y Pe. Puede que Woody se exceda en los halagos a esa San Sebastián que ha decidió recibirle con los brazos abiertos para rodar, algo que para muchos convierte la película en todo un publirreportaje de la capital guipuzcoana. Pero qué menos. En contrapartida, el trabajo del maestro Storaro parece más pendiente de acercarse y capturar los tonos añejos de una tardía nouvelle vague que de resaltar los encantos reales de la ciudad.

Nada mejor que el marco de un festival de cine – que efectivamente tampoco ya son lo que eran- para que un cineasta y un cinéfilo – no sé en el caso de Woody qué va primero- haga balance de su obra y de su vida. “Rifkin´s festival” no tiene vocación de testamento, pero encierra toda una tesis sobre lo que el cine y la vida son y han sido para su creador.

En la película hay sueños que remiten a otros tantos clásicos, todos ellos filmados en blanco y negro excepto uno, el que vive su protagonista con su bella doctora donostiarra. Un sueño de seductor, naturalmente. Desde su posición y sus años, Allen nos cuenta lo ajeno que se siente a la realidad que le rodea. Y al cine. Gracias al estirado personaje de Louis Garrel se ríe de todos esos nuevos gurús que se creen que inventan el cine cada vez que ruedan una película. Y el cine está todo inventado. Y afortunadamente películas como ésta nos recuerdan de vez en cuando que un día fue grande de verdad.
Juan Solo
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