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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Drama Álvaro (Javier Gutiérrez) se separa de su mujer, Amanda (María León), una exultante escritora de best‐sellers, y decide afrontar su sueño: escribir una gran novela. Pero es incapaz; no tiene talento ni imaginación... Guiado por su profesor de escritura (Antonio de la Torre), indaga en los pilares de la novela, hasta que un día descubre que la ficción se escribe con la realidad. Álvaro comienza a manipular a sus vecinos y amistades para ... [+]
23 de noviembre de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas leí en un periódico local una entrevista a la escritora madrileña Belén Lopegui en la que decía que todos somos potenciales personajes de una novela, y que tal vez en este mismo momento, alguien en algún lugar del mundo está escribiendo algo sobre nosotros sin que por supuesto seamos conscientes de ello. Ayer me acordaba de estas palabras mientras veía esta nueva película del director Martín Cuenca en la que vuelve a abordarse un argumento tan recurrente y tan tópico en el arte como en el fondo fascinante. La siempre difusa frontera que separa en el proceso artístico la realidad de la ficción lo es, sin duda. En este proceso, lleno de misterios, el espectador tenderá a identificarse con el personaje, porque a su vez la propia vida está equiparándose con un lienzo que colorear, una piedra sobre la que esculpir o unas páginas en blanco que se deben rellenar. El autor, por su parte, tendrá que vencer la tentación de sentirse un Dios más allá de los dominios del folio en blanco o de la pantalla de su ordenador. Si no lo hace, deberá atenerse a las consecuencias.

De todos los caminos que existen para crear una ficción, el protagonista de “El autor” elige el más peligroso. Sin reparar en gastos ni evaluar posibles daños colaterales, no duda en retorcer la realidad para conseguir sus propósitos. El autor se desnuda y se despoja de todo cuanto le rodea para volcarlo en su novela, en su arte, para ofrecerle un regalo al lector, entregarse a él en cuerpo y alma. Escribir no solo es un desahogo, es también un acto de generosidad. Si no eres capaz de entender eso, es mejor que cuelgues la pluma y te dediques a otra cosa.

No es un desnudo sincero el de nuestro autor; no lo es porque no sólo se quedan al descubierto sus vergüenzas sino también su mediocridad. Es una idea que se repite mucho en la película, los personajes brindan por hacer lo que realmente les gusta aunque les tachen de mediocres, ni más ni menos lo que son. Curiosamente, se trata de una película mucho mejor dirigida que escrita, con un guión que reproduce alguna que otra situación forzada y se permite alguna licencia de más. Tras un arranque titubeante en el que no se sabe si estás ante una farsa o un dramón, Martín Cuenca retoma el equilibrio para conducirnos por el viaje a los infiernos de otro ser abyecto y despreciable, un verdadero caníbal que se nutre de las palabras y de la observación para alimentar su frustración y su ego. Javier Gutiérrez está inconmensurable en la piel de este personaje. No menos perverso y maquiavélico resulta ser su mentor, un grandísimo Antonio de la Torre (lo de las comilonas pantagruélicas que se mente entre pecho y espalda debe obedecer a algún chiste privado con el director, a propósito de su anterior trabajo juntos). Totalmente recomendable.
Juan Solo
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