Haz click aquí para copiar la URL
España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
9
Comedia. Drama En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
12 de diciembre de 2013
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paolo Sorrentino concibe “La gran belleza” como un fascinante viaje cinematográfico (la cita que abre el film es, claro, toda una declaración de principios). Al igual que Gep, su carismático protagonista, el director busca la belleza, pero en esta búsqueda importan más los medios que el fin , lo mismo que en el viaje no importa tanto la meta como el propio camino. En ese camino, personaje y director se topan de bruces con la belleza; el primero la contempla, el segundo la captura y nos la sirve dosificada a través de pequeños planos imposibles y maravillosos y mediante una sucesión de imágenes que literalmente nos hipnotizan.

Sorrentino parte en busca de la belleza y es la vida lo que le sale al encuentro. Imprevisible, caótica, en todo su esplendor. Y la película fluye a ese mismo ritmo sin caer víctima de sus excesos hasta convertirse en un ejercicio libre, ácrata, algo loco, muy loco. “La gran belleza” es también la gran paradoja. O de cómo en un mundo feo y desagradable todavía es posible hallar algo que nos estimule o que simplemente merezca la pena. La película es igualmente un “collage” de sensaciones y estados de ánimo varios. Lo resume muy bien esa escena en la que un joven muestra a Gep un enorme mural en el que expone las fotografías que éste se ha hecho desde que nació durante todos y cada uno de los días de su vida.

Roma, valga el gastado tópico, es un personaje más. Definitivamente es EL personaje si asumimos que Gep es un simple espectador a la caza y captura de lo bello. Una de las cunas de la civilización occidental funciona como símbolo de todo lo contrario, de su decadencia. Es el escenario perfecto para la farsa y el gran guiñol. Con sus nuevos ricos haciendo gala impúdicamente de su ostentación y su vanidad en sus estrambóticas fiestas, bailando al mismo son para intentar exorcizar el patetismo que rodea sus vidas. Con sus empresarios corruptos, con sus cardenales de siempre y su desmedida inclinación a la gula y a la debilidad humana.

Una película de lo más recomendable, aunque también paradójicamente me cuidaría mucho de recomendarla a según quien. Un viaje sugerente a Roma y a la belleza con un cicerone arrollador de nombre Toni Servillo. Una experiencia digna de vivirse al menos una vez en la vida, pero que, estoy seguro, guarda todavía muchas sorpresas para posibles futuros nuevos visionados.
Juan Solo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow