Carrie es una muchacha pueblerina que es enviada sola a Chicago a buscarse la vida trabajando en una fábrica textil y viviendo con la pobre familia de su hermana, su cuñado e hijos.

Por un accidente, la muchacha dejará este trabajo y encontrará otras rutas vivenciales en las cuales descubrirá amores, a hombres que la dispensan con atenciones, y sobre todo a un hombre rico que se prenda y enamora al máximo de ella, hasta tal grado que éste abandona a su mujer, hijos, trabajo, hogar y alta vida de lujos para vivir con ella de manera humilde y pobre.

La tesis de la película y de lo que siente Carrie está en esta definición que ella misma hace de sí: "Cuando eres pobre como yo todo es confuso. Amas a las personas que te ayudan." Así es, muchas veces en la vida el amor que se siente por otra persona, no es amor de pasión extraordinaria (a lo Romeo-Julieta) sino más bien cariño (confundido en amor) que trata de corresponder al amante que te ha ayudado a salir de la pobreza o de una situación difícil en la vida.

El título de este filme debió ser George Hurstwood más que Carrie, nombre del hombre protagonista principal de esta historia, interpretado magnificamente Laurence Olivier, ya que sobre él recae el peso principal del drama que observamos, lamentamos y nos conmueve conforme avanza la película y después de finalizar, hasta tal punto que se nos queda la imagen de este George Hurstwood, enamorado hasta la médula y por lo mismo dador de todo su ser por amor contra viento, marea y el terrible destino, nos queda más que la mismísima Carrie en la memoria, en el corazón, en el alma.