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Voto de Migue Muñoz:
7
Western. Acción Arizona. Con la esperanza de conseguir una recompensa que le permita evitar la ruina de su rancho, Dan Evans (Christian Bale) decide colaborar en el traslado del peligroso forajido Ben Wade (Russell Crowe) hasta un pueblo, donde deberán coger el tren de las 3:10 para llegar a la prisión de Yuma. Remake del film de 1957 de Delmer Daves. (FILMAFFINITY)
7 de septiembre de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que se ha estrenado este interesante y más que decente remake de uno de los westerns de cámara que mejor han plasmado la psicología del héroe y el villano, se hace la mar de apetecible no sólo revisar el original homónimo de Dalmer Daves con los magníficos Glenn Ford y Van Helfin, sino recuperar el relato corto de un Elmore Leonard que bordó el filo narrativo por el que deambulan las caras del Bien y del Mal con toda su gama de matices (vale la pena leérselo en inglés, ya que yo sepa no se ha traducido), por el hecho de que el espectador-lector se pueda formar una inmensa concepción moral de las ambigüedades que deambulan por la mente de un ser humano a la hora de representar su papel en la sociedad, y como llevarlo a cabo.

'El tren de las 3:10' de James Mangold, como no podía ser menos, dibuja en pleno 2007 (aquí nos ha llegado un poco tarde) un western en el que el 90% de las secuencias están ejecutadas con mayor intención de trascendencia y con mayor deseo de espectacularidad que en su original. Se pierde la noción intima y abstracta de sus originales, además de meter con calzador (en algun pasaje puede resultar hasta sonrojante) los elementos melodramáticos, pero sin embargo, todo sale muy bien parado, ya que no traiciona la base de la historia: el duelo intelectual donde el demonio intenta seducir a un ángel herido, en sus horas más bajas, y por tanto, en su momento más débil para dejarse llevar por el lado oscuro.

Los personajes de Dan Evans y Bill Wade (en esta versión interpretados por Christian Bale y Russell Crowe) personifican unos extraordinarios ejemplos para enseñar los entresijos de la mejor construcción de personajes: todo protagonista necesita su antagonista, como reflejo de un espejo dónde cada uno de ellos se identifica y se topa con su otro yo. La ambigüedad moral llevada a la abstracción del relato y estudiada minuciosamente desde la épica del héroe y el villano (que en el fondo no lo es tanto).

Si la historia comienza como si de algún pasaje de 'La noche de los gigantes' se tratase y se va encaminando hacia el sutil western psicológico y de viajes hacia la redención plasmados con maestría en la década de los 50 por Anthony Mann (un brillante autor-puente hacia el western crepuscular de los 60-70), para llegar siendo un irónico replanteamiento de 'Sólo ante el peligro', uno termina quedándose antetodo con la lúcida disputa moral entre un demonio y un ángel de camino a la mítica prisión de Yuma, dónde tiene más peso y magnitud la seducción de la dialéctica y el embrujo de la palabra envenenada, que los casquillos de mil revólveres.
Migue Muñoz
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