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Voto de Migue Muñoz:
8
Drama Un matrimonio con tres hijos vive en una mansión en las afueras de una ciudad. Los chicos, que nunca han salido de casa, son educados según los métodos que sus padres juzgan más apropiados y sin recibir ninguna influencia del exterior. Creen que los aviones son juguetes o que el mar es un tipo de silla forrada de cuero. La única persona que puede entrar en la casa es Christine, guardia de seguridad en la fábrica del padre. (FILMAFFINITY) [+]
29 de agosto de 2010
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace un par de temporadas cinematográficas, recibimos la estimulante oferta de un cine italiano que volvía a renacer a través de férrea narrativa audiovisual y análisis crítico político-social. 'Il Divo' (Paolo Sorrentino, 2008) y 'Gomorra' (Mateo Garrone, 2008) radiografiaban una coyuntura histórica contemporánea huyendo de lo convencional; otra cinematografía europea, como la alemana, también ha estado en auge durante la primera década del nuevo siglo, a través de multiculturalidad trenzada en sus fotogramas (el cine de Fatih Akin, por ejemplo); y el Festival de Cannes sigue mostrando cada año memorables proyecciones europeas más allá del todopoderoso cine francés.

Nos llegó a principios de año la obra maestra de Michael Haneke, 'La cinta blanca', y ahora se estrena 'Canino', del joven cineasta griego Giorgos Lanthimos, él cual comparte con el director de 'Funny games' ese cariz por los juegos que pervierten a los protagonistas dentro de un bucle de violencia latente.

'Canino' es una película que más sorprenderá al espectador cuanto menos sepa éste de aquella. Aunque el leitmotiv de la trama ya haya sido utilizada por otros cineastas: una familia encerrada en su minúscula atalaya, cuyos progenitores educan a sus hijos en una burbuja, ‘protegiéndoles’ de la civilización exterior hasta cotas altamente severas y plagadas de límites. Recordemos el microcosmos creado por los protagonistas de 'El bosque' (M. Night Nyamalan, 2004), los de 'El castillo de la pureza' (Arturo Ripstein, 1973), o la familia del búnker antinuclear en 'Buscando a Eva' (Hugh Wilson, 1999).

Sin embargo, lo realmente fresco en 'Canino' radica más bien en su continuo balanceo entre lo siniestro y lo surrealista, en su camino por el filo que separa el horror y el humor. No sería nada aventurado tildar la película de comedia macabra, porque el fino sentido del ritmo, la focalización (lo que el espectador sabe) y la ocularización (lo que ve) va a verter sobre una continua demostración de la lógica interna que estructura la educación inventada de esos padres para con sus hijos.

Quizás se echa en falta más atrevimiento a la hora de seguir sin mostrar y sin aclarar diversas cuestiones vitales de esta singular familia, pero de esa postura deriva el mayor atractivo de 'Canino': su imperfección y la seguridad con la que Lanthimos pasa de un registro a otro, sin miedo de destilar humor por los poros de su criatura. Otro nacimiento para recordar, de aquellas cinematografías europeas que ya considerábamos fatigadas.
Migue Muñoz
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